lunes, 23 de marzo de 2015

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 8 y fin.

27 de agosto. Día 8. Almeida - Ciudad Rodrigo.

Despierto en Almeida con algo de sobresalto, está amaneciendo y suenan cercanas y atronadoras unas diabólicas máquinas que poco después descubro que son una desbrozadora y uno de esos aparatos que hay ahora de "soplar" hojas y hierbas. Unos operarios están limpiando la muralla y zonas cercanas a mi "dormitorio" (creo que unos días después hubo en Almeida una feria de turismo o algo por el estilo, supongo que estarían dejando todo en "perfecto estado de revista").

Mi dormitorio en Almeida
Viendo amanecer sobre la muralla desde la cama
Hoy sí las ampollas ya son preocupantes, además me duele otra vez el tobillo. Así que tras las operaciones de rigor de pinchar, limpiar y medio curar las ampollas y el oportuno antiinflamatorio me pongo en marcha con dificultad, me cuesta mucho y voy medio cojo y con dolores por unas cosas y otras, pero esto es así, poco a poco empieza a calentarse el cuerpo y los dolores van desapareciendo, cojo buen ritmo y camino bastante a gusto, incluso me animo a trotar alguno tramos.

Tras el paso por Vale da Mula en 8 kilómetros y medio desde que salí de Almeida me dispongo a cruzar el río Turones (Tourões, para ser más exacto, ya que lo cruzo desde le lado portugués)


Y estoy de vuelta en España.


Paso junto al Fuerte de la Concepción (digno de una visita para quien no lo conozca) y llego a Aldea del Obispo. Aún es pronto pero ya se nota el calor y me apetece una cerveza, además tengo que cargar el GPS. Sé que no va a haber mi gasolina súper en forma de Super Bock, pero por la cercanía con Portugal tengo la vana esperanza de que tengan botellines de tercio, pero no, por esta zona nuestra el tercio de cerveza se estila poco, así que me pido una jarrita mientras como algo y charlo con unos paisanos a la puerta del bar.

Bajada para atravesar la Rivera de Dos Casas y tras el paso por Castillejo de Dos Casas se inicia un tramo muy ameno junto al río atravesando encinares y piaras de marranos que corretean felices, hasta las proximidades de La Alameda de Gardón. Desde aquí, ya por una de esas carreteras solitarias que conozco de  montar en bici y a Gallegos de Argañán.

Llevo 24 km en poco más de 5 horas. Hora de comer. Entro en un bar preguntando si hay algo para comer o si me preparan un bocadillo. De momento el hombre me dice que no tienen nada, pero va a preguntarle a la mujer. Al poco aparece la mujer, es portuguesa, me ofrece una ración de bacalao "a bras" que tiene por ahí que acepto encantado. Para el que no lo sepa el bacalao "a bras" es una receta portuguesa, seguramente la más común en esta zona fronteriza. Menuda paradoja, voy a comer por primera vez comida típicamente portuguesa precisamente cuando ya estoy en España.

Hago una larga parada para comer y aprovecho para ir dando noticias de mi paradero, del camino que me queda por delante, de la ruta que seguiré y de la hora aproximada para llegar a Ciudad Rodrigo a todos los amigos que ya están más o menos al tanto de mi llegada y que me van preguntando, unos para acompañarme en los últimos kilómetros y otros para esperar a las puertas de la Catedral, meta de esta "peregrinación".

Tras el descanso y con la camiseta limpia, la que sólo había usado para cambiarme y no oler demasiado a "chotuno" en algunas ocasiones, cuesta reanudar la marcha, además el terreno tampoco ayuda: una sucesión de repechos y bajadas por un secarral con el calor apretando y sin una sombra. La parada ha sido más larga de lo que pensaba así que intento recuperar algo de tiempo, caminando rápido o incluso trotar aprovechando alguna bajadita. Aunque con la modorra del calor, de la comida y las pocas horas dormidas la noche antes parece que marcho meramente por inercia, yo creo que he llegado a caminar incluso medio dormido. Estaba en uno de esos momentos cuando veo aproximarse un ciclista. Hasta que no ha parado y no ha empezado a hablar conmigo no lo he reconocido, es mi primo Chago, el primero que viene a mi encuentro para acompañarme (y al único que voy a citar, porque luego se fueron uniendo más amigos y seguro que me voy a olvidar de alguno). La verdad es que su compañía me vino muy bien, llegó en un buen momento para ayudarme a superar esa "tontuna" que llevaba encima.

Poco después se van añadiendo más amigos, saludos, felicitaciones, ánimos, agua fría (aunque yo llevaba agua, poder beber algo fresco se agradece), fotos. Se van uniendo niños y mayores, unos en coche, la mayoría andando y se conforma una pequeña caravana, con tanto revuelo se ralentiza un poco la marcha, voy a llegar algo más tarde de lo anunciado, pero está bien, apenas quedan 4 ó 5  kilómetros por terreno conocido y cercano, lugares habituales de entrenamiento.

Entramos en Ciudad Rodrigo por el Puente cuando empieza a caer la tarde,


subida por la Colada, donde me dan la bandera del pueblo que llevaré los últimos metros y directamente a la Catedral.






Meta, objetivo cumplido.


Allí espera más gente, algunos amigos, algunos curiosos que se deben haber enterado de la noticia y se han acercado a curiosear y supongo que algún que otro turista despistado y un tanto asombrado; de haber llegado un poco antes parece que había estado incluso la prensa local, pero estamos en plena Feria de Teatro que es el acontecimiento cultural más importante que se celebra en Ciudad Rodrigo y a esa hora ya ha comenzado alguna obra. El caso es que el recibimiento me abruma, en cierto modo no sé muy bien a dónde atender entre saludos, felicitaciones y fotos, muchas fotos.


Amos, no me jodas, que parezco una estrellita de tres al cuarto.
Allí mismo Abel Atalanta, ideólogo y padre de la criatura que por cuestiones varias no pudo llevar a cabo, me entrega una copa de "finisher" con la que poso luciendo orgulloso una camiseta "Jaramuga".



Somos "Jaramugos" y hacemos "Jaramugadas", retos deportivos en ocasiones, como la presente, un tanto alocados e incomprensibles para la gente ajena a nuestro mundillo, y esta peregrinación  ha sido de las jaramugadas buenas de verdad, en primer lugar por la brillante idea de Abel y después por el planteamiento y por la ejecución. ¿Por qué lo hacemos?. No hay que buscar muchas razones, es así y no hay más, como reza nuestro lema "En tos lus frentis".

Estoy renegrío, entre el sol y la roña de unos cuantos días ya sin una ducha.
Después del ajetreo inicial una pequeña ronda hasta la puerta de la exposición que se celebra en el contiguo Seminario con motivo del 800 aniversario del paso de San Francisco de Asís por la ciudad, que en definitiva es el origen de este reto de los 500 de Asís





y una visita al otro lado de la catedral,


donde se encuentran estas escaleras para bajar al atrio y (os voy a contar un poco de historia ficción) de las que se cuenta, que por ellas bajó San Francisco cuando al llegar a Ciudad Rodrigo se estaba construyendo la catedral. Seguramente no sea más que una ocurrente invención, pero lo cierto es que para bajar a ese atrio hay tres escaleras similares y las otras dos están perfectamente restauradas y acondicionadas y en estas parece que se mantiene la deteriorada piedra original, como si no se hubiera querido tocar esa "reliquia". En fin, habrá que preguntar a alguien que verdaderamente sepa acerca de la catedral el porqué no se han restaurado.


Para acabar con los datos: hoy han sido poco más de 41 kilómetros en 8 horas y 52 minutos de marcha. 


En total, si el señor Garmin no ha fallado mucho, en números redondos desde Santiago han sido 490 kilómetros en 99 horas en ocho días, con un desnivel total de 10.300 metros positivos y 9.900 negativos.



Etapas:

1- Santiago-Pontevedra. 67´35 km. 10 h 33´.
2- Pontevedra-Rubiaes. 70´8 km. 12 h 05´.
3- Rubiaes-Guimaraes. 81´63 km. 15 h 26´.
4- Guimaraes-Mesao Frio. 65´27 km. 13 h 33´. 
5- Mesao Frio-Gouviaes. 40´04 km. 10 h 25´.
6- Gouviaes-Peroferreiro. 51 km. 11 h 43´.
7- Peroferreiro-Almeida. 71´46 km. 16 h 29´.
8- Almeida-Ciudad Rodrigo. 41´18 km. 8 h 52´.

Algunos compañeros de viaje:

Mi pulsera del "todo incluido" de las vacaciones.



Las zapatillas (y el maltrecho tobillo). La verdad es que ya estaban en las últimas cuando decidí llevarlas frente a otras más nuevas, pero para tanto kilometraje preferí llevar unas ya "hechas" y creo que cumplieron bastante bien.



Algunas conclusiones.

Inicialmente este iba a ser un capítulo más amplio, pero el tiempo transcurrido hace que muchas de las conclusiones hayan caído ya en el olvido y queden sepultadas por el buen sabor de boca que la memoria selectiva hace prevalecer sobre los malos momentos, que tienden a olvidarse, o al menos no recordarse como tan malos.

En cualquier caso sí que es cierto que al acabar no estaba especialmente satisfecho. Sí, había conseguido cumplir el objetivo, incluso pese a la lesión del tibial, que estuvo a punto de dar con  todo al traste, casi había cumplido los planes en cuanto a los días de marcha previstos. Sin embargo no estaba muy conforme con la forma de lograrlo, habían sido demasiadas horas, y no sólo una vez producida la lesión, los días anteriores también había empleado más horas de las deseables, todo ello fruto de una deficiente preparación. Había sido todo un poco "al estilo jaramugo", un poco a la buena de Dios, sin un verdadero entrenamiento para afrontar el reto con garantías, confiando demasiado a la experiencia (aunque nunca había hecho algo, ni por aproximación, tan largo por etapas), a la veteranía, a la dureza de cabeza, a lo que muchas veces hemos llamado "tener el cuerpo hecho" a la ultra distancia. Y evidentemente sin todo eso habría sido imposible, pero no era suficiente. El plan inicial era correr más y caminar menos, Al final (y, como digo, no sólo por la lesión) he caminado mucho, teniendo que suplir con más horas lo que no lograba con más velocidad. Claro, que por otra parte no esperaba un terreno tan duro de subidas y bajadas tan fuertes los primeros días ni tanto asfalto, pensé que el camino sería mas pistas y senderos, pero el "urbanismo" del norte de Portugal con pueblos y aldeas unidos unos a otros sin solución de continuidad hace que transites continuamente por asfalto o lo que es peor por adoquinado.

Desde luego al acabar e incluso mucho tiempo después, habría descartado rotundamente repetirlo, ahora mismo creo que lo seguiría descartando, pero ya no sería tan rotundo, jajaja. Además juega el aspecto de sacarse una pequeña espinita. 

Por otra parte he "conocido" lugares y ciudades maravillosos, y digo conocido entre comillas porque apenas ha sido un paso fugaz, un visto y no visto, sin poder saborearlos ni disfrutarlos. La mayoría de esos lugares quedan pendientes de una visita más reposada. Sin embargo en el momento de acabar, salvo los lugares más destacados, apenas tenía recuerdos ni referencias de la mayoría. Ha sido al escribir esta serie de crónicas cuando la memoria se ha ido refrescando contrastando algunas notas, mapas, rutas y fotos. Precisamente esa es una de las razones por las que se ha retrasado tanto el escribirlas, cada vez que me ponía a ello se me iba el tiempo en primer lugar desplegando todas las fuentes de información necesarias para avivar la memoria y luego recordando lugares, situaciones o personas. Fundamental para ello las nuevas herramientas tecnológicas, particularmente los "tracks" proporcionados por el GPS que con el grado de nitidez que permite la ampliación de las imágenes de satélite me ha permitido casi revivir cada paso, pero al mismo tiempo me ha llevado muchas horas. Así mismo fundamental, mejor dicho indispensable la página del Camino Torreshttp://caminosantiago.usal.es/torres/ ) que describe el camino que empleó D. Diego de Torres Villarroel, Catedrático de Matemáticas de la Universidad de Salamanca para ir en 1737 de Salamanca a Santiago. Indispensable en el momento inicial de esta aventurilla pues es el camino que, a la inversa, he seguido yo y de donde tomé todo lo necesario para trazar la ruta. Y fundamental también en el momento final, pues las descripciones de cada una de las etapas y las numerosas fotos que las acompañan han sido el complemento necesario para traer a la memoria buena parte de los recuerdos plasmados en las crónicas.

Las cosas y los casos.

Y para acabar algunas de las cosas que van a quedar para siempre como recuerdo de los 500 de Asís.

En primer lugar mi Credencial de Peregrino. Normalmente es el documento que se usa para acreditar la peregrinación hacia Santiago mediante el sellado en albergues, parroquias e incluso bares de los distintos lugares de paso (es el mejor recuerdo que tengo de mi peregrinación a Santiago hace ya un montón de años). En mi caso no tenía nada que acreditar más que ante mí mismo, pero sí la quería para documentar el paso por tantos y tantos lugares, sin embargo por unas cosas y otras me aburrí pronto y únicamente la sellé hasta el segundo día, en el primer lugar en que dormí en Portugal. Sí que quise tener el sello final, el de la exposición de Ciudad Rodrigo.



La copa. El bueno de Abel quería entregarme algo en el momento de acabar, algo con que escenificar el cumplimiento del objetivo. Tratándose, en principio, de un reto de carácter deportivo lo más recurrente era una copa, aunque a él no le gustase mucho y se arrepienta de no haber tenido una mejor ocurrencia. Da lo mismo, lo que cuenta es la intención. Gracias. 






Aunque en principio la idea de los 500 de Asís era algo meramente nuestro, el tema fue teniendo cierta difusión a través de medios de comunicación locales y llegó a conocimiento de los organismos encargados de la conmemoración oficial del Año Franciscano. De modo que gracias a la iniciativa de José Ramón Cid se me hizo un pequeño reconocimiento "oficial" en la sede de la Exposición con entrega de un libro relativo al paso de San Francisco por España.




Un reconocimiento inesperado y más entrañable fue el que se produjo en la San Silvestre de Martiago. Los organizadores de una modesta "carrera de pueblo" (por supuesto dicho con todo el cariño del mundo), Agustín y Floren tuvieron conmigo el enorme detalle de entregarme una placa (por cierto, pedazo de placa) por sorpresa al acabar la carrera. Muchas gracias a ambos, así como a los que, sabiéndolo, contribuyeron a mantener la sorpresa




Pero si hay una cosa que apreciaré siempre y por encima de todo como recuerdo de estos 500 de Asís es esta camiseta obra de Susa, dibujada a mano, que reproduce al San Francisco "orejón" de la catedral. Muchas gracias comadre y un enorme beso.




Así, con estas mismas fotos con que iniciaba la primera de esta serie de crónicas hace ya muchos meses las cierro ahora, dando las gracias también a todos los que se interesaron por mi reto deportivo-peregrinación de Santiago de Compostela a Ciudad Rodrigo en agosto de 2014, a los que me aconsejaron y animaron en los momentos difíciles, a las buenas gentes que fui encontrando por el camino dispuestas a ayudar, a los que siguieron en su día mis venturas y desventuras y a los que las han seguido después a través de estas crónicas, a los que me acompañaron en los últimos kilómetros y a los que me recibieron y retrataron cual estrella (fotos que ilustran esta crónica) junto a la catedral.

Y con el lema franciscano me despido:

PAZ Y BIEN.

5 comentarios:

ramonet dijo...

felicidades, no puedo por más que tener una cierta envidia sana de tu aventura. Esta es de las que recordarás toda tu vida, hazme caso

CiegoSabino dijo...

Gracias Ramón, ten por seguro que no se me olvida.

CiegoSabino dijo...

Ah, y gracias por seguir sin desfallecer estos tostones que he ido escribiendo, jeje.

yonhey dijo...

Pues una enhorabuena final de nuevo y gracias por contarnos esa bonita aventura con tanto detalle. Supongo que hasta te emocionarías en algún momento con esa entrada tan triunfal y bien acogida en Ciudad Rodrigo.
Un abrazo campeón, creo te veré este finde en La Alberca.

CiegoSabino dijo...

Gracias Juanlu. A veces croo que demasiado detalle, que demasiado rollo que no debe interesar mucho a nadie, pero luego pienso que las crónicas son para mí, que son mis vivencias y que las crónicas serán el medio para poder recordarlas y disfrutarlas dentro de unos años. Y a quien le gusten pues bien, y a quien no pues nada, jeje.

Nos vemos en La Alberca.