sábado, 27 de septiembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 1.


Prólogo

Aunque la mayoría ya sabéis cómo y por qué surgió esta aventurilla lo cuento para que el relato quede completo.

Este año se conmemora el 800 aniversario del paso de San Francisco de Asís por nuestro pueblo. Aunque su presencia pueda ser discutida, lo cierto es que la tradición y la historia parecen indicar que así fue. De hecho, incluso en agradecimiento por algún que otro "milagrillo" y, al parecer, fundamentalmente por el halo de bondad y santidad que ya le acompañaba se le hizo una escultura (se dice que la única que se le hizo en vida) que se colocó en la catedral, que se estaba construyendo por aquel entonces.


El de Asís, vaya usted a saber por qué: por predicar en tierras recientemente conquistadas al moro, como paso para otros destinos, o por lo que fuere llegó hasta aquí procedente de Santiago de Compostela a donde había llegado cumpliendo peregrinación.

De modo que se ha declarado este año "Año Franciscano" con numerosos actos religiosas, culturales y artísticos para conmemorar el acontecimiento. 


Como los Jaramugos lo que sabemos hacer (aunque sea poco y mal) es "correr" y de vez en cuando plantearnos ciertos retos deportivos, a Abel Atalanta se le ocurrió que podíamos hacer nuestra propia conmemoración, de forma extraoficial, a nuestro aire, rememorando ese viaje de Francisco desde Santiago hasta Ciudad Rodrigo, corriendo (más exactamente "trotandando", esto es alternando correr y andar, que sólo corriendo no está a nuestro alcance). La ruta elegida, fue el denominado Camino Torres, el que llevó D. Diego de Torres Villarroel de Salamanca a Santiago en 1737, pasando por Ciudad Rodrigo, entrando en Portugal por Almeida  para volver a España por Tuy y de ahí a Santiago, pero en sentido inverso, claro.


Casi 500 kilómetros, de ahí el nombre, con idea de hacerlo en unos 7 días, más o menos unos 70 km diarios. ¿Por qué este camino y no otro?, pues porque vaya usted a saber por dónde vino San Francisco y además éste nos ofrecía la ventaja de que está perfectamente descrito, cartografiado y razonablemente bien marcado.

Las fechas previstas a principios de agosto y los "expedicionarios", el ideólogo Abel Atalanta, Manu (Manuel J. Gómez Fraile) y servidor. Por motivos que no vienen al caso se suspendió la aventura, sin embargo yo no lo descarté del todo,  la idea ya quedó metida en la cabeza y mantenía la posibilidad de hacerlo, si bien, no lo tenía nada claro. El debate interno era grande, por una parte el hacer realidad una idea tan buena (cierto que se puede hacer en cualquier otro año, pero su momento era este año), por otro, tendría que ir solo. Si lo hacía, una condición irrenunciable era llevar toda la ruta metida en el GPS, en compañía nos podíamos "permitir el lujo" de perdernos, yo solo no. Había leído que el camino está todo marcado con las flechas amarillas que indican todos los caminos hacia Santiago, pero yo vendría en dirección contraria, sería muy fácil no ver las marcas y desviarse de la ruta. Así que sin tener mucha maña en el manejo del GPS y sobre todo sin saber si una ruta tan larga cabría en el cacharrillo, me dediqué durante unos días a la labor de irla preparando en 7 etapas. Una vez conseguido, vía libre, la decisión estaba tomada, en un par de días partiría para Santiago.

La intendencia es fácil: el mínimo equipo posible, por ejemplo la ropa sería: unas mallas y una camiseta de manga corta con las que correr, otro juego con mallas piratas y otra camiseta de manga corta "de limpio" o recambio, un chubasquero y tres pares de calcetines. Todo, incluido un saco de dormir, debe ir en un mochila pequeña, de las que usamos para las largas carreras de montaña, una Quechua creo que de 17 litros. No llegué a pesarla, supongo que no pasaría de 3´5 como mucho 4 kilos, más el agua que llevara en cada momento.

Sí me surgió un imprevisto con el viaje, la mejor opción es en autobús desde Salamanca.  Los días previos, cuando había estado consultando horarios, pero aún no estaba decidido, había visto (o creído ver) que había autobús a las 3 de la tarde y a la 1 de la madrugada. Pero cuando decido la fecha no hay el de las 3 de la tarde (quizás sólo lo había unos días sí y otros no, no recuerdo) así que no hay más, a la una de la madrugada del miércoles 20 de agosto estoy en la estación de autobuses de Salamanca, pero el autobús no aparece hasta las dos. Todo se retrasará una hora. Llego a Santiago a las 9, me encamino a la Catedral, paso por un supermercado para comprar algo de desayunar, me tomo un café, entro en la Catedral a "saludar y despedir" al Apóstol, paso por la oficina de recepción de peregrinos, donde ya hay cola para "sellar la llegada" y recoger la Compostela acreditativa de haber hecho la peregrinación a Santiago y donde me "cuelo" con permiso de un voluntario al que le explico que no tardaré, pues sólo voy a "sellar" la salida en mi credencial del peregrino para hacer el Camino "al revés".

Primera etapa.  Santiago - Pontevedra. 67´35 km.


Y a las 10:30 empiezo a correr por la Calle do Franco hacia las afueras de la ciudad.

Ya en las calles de Santiago me encuentro unas flechas azules en mi camino, al principio no le doy importancia, pero me llaman cada vez más la atención porque continuamente van marcando la dirección que yo llevo, además de ver también las flechas amarillas en dirección contraria. Ya en algún sitio fuera de la ciudad veo que junto a la flecha azul pone "Fátima", vaya, empiezo a pensar que el camino también está marcado en dirección contraria hasta Fátima con esa señal, lo que luego se confirma cuando en sucesivos encuentros con peregrinos con los que me cruzo me preguntan si voy a Fátima. Con la mayoría no hay más que un breve saludo, y a veces ni eso pues son muy numerosos, pero por el km 4 más o menos me encuentro con una pareja de argentinas que me preguntan si voy a Fátima, que por qué voy en "dirección contraria" les contesto que no, que voy a Ciudad Rodrigo y les cuento por encima lo de San Francisco, les parece una curiosa y buena iniciativa. No serán muchos más los peregrinos con quienes tenga la misma charla.

De momento la orientación es buena con las flechas azules y las amarillas, muchas se ven fácilmente, otras muchas no son visibles, no obstante se desarrolla un "instinto" que en ciertos lugares, cruces, postes de luz o teléfono, etc, te lleva a buscarlas girando la cabeza, aunque no sea estrictamente necesario, sabes que el camino es ese, además me voy guiando con el GPS, pero siempre tiendes a confirmar que vas por el camino correcto buscando la flecha amarilla.. Será una constante a lo largo de toda la ruta. De todos modos, el GPS me parece imprescindible, en muchos casos vas distraído, corriendo, etc y se te pueden pasar las marcas, otras veces la señalización no es exhaustiva y otras muchas incluso con el GPS me he equivocado de camino hasta que el aparatejo pitaba por desviarme del camino establecido, y más en zonas de bosque en las que las marcas no siempre se ven o incluso pueden haber desaparecido. Otro tanto ocurre con pueblos y ciudades en que se puede haber pintado encima, haber asfaltado donde había una marca en el suelo, o haber un coche aparcado que no te deja ver la flecha.. En ocasiones me he desviado de la ruta que yo llevaba y he seguido por donde iban las flechas, volviendo poco más tarde a mi camino y en otras,  por contra, he seguido el GPS desviándome de las marcas, pues en algunos tramos se pueden seguir varias alternativas.

Por otra parte me sorprende que la mayor parte del camino es asfalto, esperaba más camino o pistas. Y del mismo modo me sorprende que casi no hay "campo", apenas se transita por bosque, monte o campo abierto, continuamente vas pasando aldeas, pueblos o casas dispersas, pequeños terrenos cultivados con sus casas, que van uniendo poblaciones sin solución de continuidad y de ahí que haya tanto asfalto. Situación que se agravará en algunas zonas de Portugal y que durará al menos hasta que se cruza el Duero. Particularmente llamativo, pese a ya lo había leído en la página del Camino Torres, es el tener que afrontar algunos tramos en estas primeras etapas gallegas, más de lo deseable, por carretera nacional con mucho tráfico y prácticamente sin arcén, y más teniendo en cuenta que parece ser que este Camino Portugués es el segundo más transitado después del Francés, debe serlo, desde luego son muchísimos los peregrinos con los que me cruzo. Del mismo modo son también bastantes las ocasiones en que para evitar un tramo de carretera peligrosa te llevan dando algún rodeo o haciendo zig-zag por carreteras secundarias y aldeas, que a veces no te hace mucha gracia, porque supone evitar un tramo muy corto de la carretera principal, a la que acabas volviendo después de dar un rodeo.

En fin, siguiendo con el relato de este primer día, salgo sin cargar agua, sabiendo que se pasan muchas aldeas y supongo que habrá posibilidades de ir bebiendo en las fuentes. Voy cómodo y corriendo bastante, eso sí en cuanto hay una cuesta un poco más empinada la hago caminando. Pasados los primeros kilómetros en general es cuesta abajo, pero continuamente salpicado de tachuelas o tachuelones que van complicando la marcha, aunque de momento voy bastante cómodo y con fuerzas. Paradita en Padrón (km. 24) a comer algo y continúo. El día se presenta caluroso, a lo que además se añade el haber empezado tan tarde y como decía voy bebiendo y refrescándome casi en cada fuente que veo, que, de momento son muchas. Se va acercando la hora de comer cuando voy por una zona un poco más campestre, subiendo un pequeño puertecillo. Entre cruces de carreteras, pasos sobre autovías y con calor, ya voy buscando un bar para comer, se divisa alguno pero me tengo que desviar un poco, así que nada, yo sigo hasta que tope con uno por cuya puerta tenga que pasar, una "regla de peregrino" es no andar más de lo necesario, jeje. Además prefiero continuar y avanzar lo más posible antes de parar que luego es más complicado volver a coger ritmo. Finalmente paro en O Cruceiro (km. 38) si bien, como muy poco: un pincho de tortilla, una barrita y unas gominolas, ah, y por primera vez me preparo un nuevo pontingue que no había usado nunca "Suero oral" en polvos para evitar la deshidratación. Sin embargo lo que realmente estaba deseando desde hacía rato era tomarme una cerveza, mejor dicho dos (de tercio), lo que también ha sido una constante durante toda la ruta, rara ha sido la vez en que me haya tomado sólo una cerveza cada vez que paraba en un bar. La parada me sienta realmente bien, salgo otra vez con muchas ganas y con buen ritmo, seguramente ayudara el hecho de que los siguientes kilómetros fueran cuesta abajo, por camino de tierra y con sombra, jajaja. Caldas de Reis (km 44), aguas termales, sale el agua de una fuente realmente caliente. Sigo a lo mío. 

Seguía sin cargar agua, sólamente llevaba el bidón con algo de "suero", pero ahora ya no hay tantas fuentes, o no me caen a mano o bien no las encuentro, el caso es que el tramo final se me hace muy largo, llego cansado y con mucha sed.

La entrada en Pontevedra se me hace pesada y llego al centro en plena hora de paseo y terrazas, mucha gante por todas partes, pero no paro más que a hacer un par de fotos.


Lo primero es buscar el albergue y luego ya veremos, pero cuando llego al albergue (casi casi al límite de su capacidad) y con el tiempo justo, cerraron poco después la recepción, entre ducha un pequeño lavado de ropa y tal y cual, ya no tengo ni tiempo ni ganas de volver al centro. De hecho se cerraba la puerta del recinto exterior creo que a las 10 y tuve que hacer un apaño para que no se cerrara en lo que iba a cenar algo a un bar cercano.

Fin de la primera etapa, 67´35 km. 10 horas 33 minutos de marcha (sólo paraba el tiempo en las paradas más largas), cansado, pero sin mayores problemas, los pies bien, pero me preocupaban las rozaduras de la mochila en la espalda, sin ser grave ya tenía alguna.

Aquí la etpa  http://connect.garmin.com/activity/576622038