sábado, 27 de diciembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 6.

25 de agosto. Día 6. Gouviães - Peroferreiro.

Salgo pronto de mi refugio, no sea que vaya alguien por allí de buena mañana y al empujar la puerta yo me lleve un golpe y el "intruso" un susto.

En menos de un kilómetro se pasa por Ucanha, para haberlo sabido la noche antes, porque es un pueblo un poco más grande y con más infraestructura para haber cenado en condiciones y un interesante puente medieval con una torre fortificada que lo "cierra" para cruzar el río Varosa. Aún es muy pronto y está todo cerrado, así que continúo sin desayunar.

Ando cómodo, fresco y avanzo relativamente rápido pese a la subida continua desde Ucanha. Nada reseñable en esta parte de la etapa, voy caminando con el pie hinchado y bien "rebozado" de crema, se atraviesan varios pueblos, pero a diferencia de los primeros días ya son pueblos "más concentrados", no es la continua dispersión de casas por todas partes, se hacen tramos más largos y solitarios por campos y montes. También las cuestas han cambiado, o al menos esa es mi percepción, esto sigue siendo por lo general un sube y baja, pero las cuestas tanto para arriba como para abajo son más tendidas, aunque en ocasiones sean más largas.

La llegada a Moimenta de Beira me alegra, el hecho de que una ciudad lleve el nombre de "Beira" me indica que me voy acercando, la Beira ya me suena a región fronteriza con España. 


Aquí busco una pastelería y me arreo por fin un buen desayuno, llevo 4 horas y 17´5 km. Pero paro más de lo que quería, aprovecho una fuente para cargar agua, pero también para refrescarme un poco y más o menos "repararme" un pie. Salgo ya de Moimenta con calor, por un tramo muy largo con pocos desniveles en ocasiones por la carretera y en otras haciendo algún zig zag para esquivar tramos complicados. Hasta una dura subida a lo alto de un monte donde hay un monasterio y posterior bajada también fuerte para llegar a Vila da Ponte

A partir de Vila da Ponte queda poco para llegar a mi siguiente objetivo, Sernancelhe, unos 3 kilómetros de subida en su mayor parte por caminos de tierra y empedrados, que sin embargo se me hacen eternos, ya hace mucho calor y en teoría con lo poco que me va quedando para llegar ya se debería ver o, al menos intuir, el pueblo, pero no hay signos de nada, sigo caminando entre árboles y ya se divisa lo más alto de la cuesta, donde debía estar el pueblo, pero hasta que no estás ya encima no se ve nada. Por fin entro en Sernancelhe por la parte vieja, en lo más alto de un monte, me sorprende, es un pueblo interesante. En seguida se llega a una plaza donde hay una terraza de un bareto, es hora (ya bastante tardía) de comer y de descansar. Llevo 37´5 km y 8 horas y media de caminata. De comida una hamburguesa (más bien tirando a pequeña) y las indispensables Super Bock.


En cuanto a la comida, yo mismo me sorprendo de lo poco que necesito, la mayoría de los días las comidas han sido frugales, cuando no claramente insuficientes, sin embargo en ese sentido no me siento especialmente mal, cierto que en ocasiones me habría apetecido comer algo más o algo "más contundente" y me he tenido que conformar con lo que hubiera en ese momento, pero una vez en marcha no me he sentido flojo por el tema de la alimentación. De hecho en mi equipaje iban gominolas y barritas, las gominolas creo recordar que sí las acabé, pero las barritas volvieron a casa casi la mitad y las que comí fue sobre todo para completar (o sustituir) alguna comida demasiado escasa (como las que consistieron en una bolsa de patatas fritas), pero en el camino raramente paraba a comer.

 Descanso al cuerpo y sobre todo al maltrecho tobillo. Hinchado y enrojecido.


Sin embargo el tibial-tobillo no empeora, digamos que la lesión persiste, pero no se agrava, tampoco le doy ocasión. Camino con ligeras molestias, pero no se me ocurre correr, porque entonces temo que sí se pueda agravar. Mi "auto-diagnóstico" es que sea una sobrecarga por tanto sube y baja de los primeros días, pero no descarto que pueda ser (o llegar a ser) otra cosa más grave. Eso sí las molestias son mayores en las cuestas, sobre todo para bajar, si hay mucha pendiente me molesta y mucho. Y el tratamiento crema, hielo que me voy poniendo cuando paro y un ibuprofeno por la noche, que yo creo que no me hace prácticamente nada, pero he leído por ahí que tomarlo en pleno ejercicio puede dar problemas así que prefiero no tener otras complicaciones. En cuanto a las ampollas del pie izquierdo no me han vuelto a dar guerra, están digamos en estado "latente" y en el pie derecho, de momento, no tengo problemas

Tras el descanso reanudo la marcha, quiero hacer otros 13 ó 14 kilómetros y llegar a algún punto intermedio antes de Trancoso, que es la siguiente ciudad.

Se deja Sernanclhe por terreno cómodo entre bosques de castaños, pero poco a poco me empieza a molestar la planta del pie derecho en la zona de los metatarsos. En principio pienso que es un dolor recurrente que me aparece en las larguísimas carreras de ultradistancia cuando llevo muchas horas y muchos kilómetros, sin embargo es una ampolla que se me forma en esa zona, pienso que por llevar todo el día el calcetín húmedo por el hielo que me voy poniendo en el tobillo. Para evitar males mayores me cambio de calcetín y me pongo un compeed, pero no queda bien pegado y se me va soltando, con lo cual el dolor en la planta del pie cada vez es mayor, intento apoyar esa zona lo menos posible quizás cargando otras partes, con algunos pinchazos en la tibia que me van preocupando, como último remedio intento descargar de trabajo la pierna y el pie cargando más con los brazos y los bastones, y menos mal que el terreno es cómodo. Finalmente llego ya de noche a un pueblín, Peroferreiro, donde encuentro un curiosísimo bar y un no menos curioso dueño. El bar es una especie de recopilación de cacharros de antiguo uso popular, aviones en miniatura, billetes de todas partes pegados en la pared y un variado muestrario de cachivaches, supongo, que de las guerras coloniales portuguesas, incluyendo un especie de maniquí vestido con un traje y máscara antigás. Todo ello cubierto por una más que digna capa de humo y polvo acumulada a lo largo de los años que le confieren una peculiar solera.

Cuando entro sólo hay un chaval, que después descubro que es hijo de los dueños, con indudables dotes mercantiles, rápido me pregunta y me ofrece alojamiento, al rato aparece el padre y cuando pido algo para cenar, la madre. Aunque el bar también es "restaurante" no me hace más que un par de pequeños bocadillos, poco después bajan de cenar del piso de arriba una cuadrilla de obreros, supongo que la comida requiere previo encargo. El caso es que el alojamiento que me había ofrecido el muchacho ya está ocupado por los obreros. El dueño me recomienda un merendero junto al río para dormir, pero debía estar más alejado de lo que yo pensaba, tras dar por allí una vuelta no lo encontré así que me busqué otro acomodo, en este caso un lavadero con tejadillo a las afueras del pueblo. Supongo que mientras anduve merodeando alguien me vería pasar y extrañados y quizás incluso preocupados por la presencia en la noche de un extraño forastero en su pueblo desierto, salieron a "investigar" mientras me estaba instalando en mi acomodo. En parte me vieron porque yo quise y les di más explicaciones de las que debía, pero prefiero que quede el asunto aclarado, que comprueben que no soy un delincuente en fuga y me dejen tranquilo cuanto antes.

Finalmente han sido 51 kilómetros en 11 horas y 43 minutos.


La ruta:
-Entre Gouviaes y Sernancelhe: http://connect.garmin.com/activity/576622269
-Entre Sernancelhe y Peroferreiro:  http://connect.garmin.com/activity/576622294

sábado, 15 de noviembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 5.

24 de agosto. Día 5. Mesão Frio - Gouviaães.

"Decíamos ayer" que me había ganado y conseguido "in extremis" una habitación (en realidad una pequeña casa entera para mí). E igualmente "decíamos ayer" desmoralizado, cansado y lesionado que no sabía qué iba a pasar al día siguiente, si seguiría o abandonaría. Ufff, me cuesta levantarme, pero he decidido seguir, a ver qué pasa y cómo evoluciona la lesión del tibial y la hinchazón del tobillo. Eso sí, sin prisas, así que antes de salir de casa paso un buen rato de cuidados: reparando las ampollas (tengo varias en el pie izquierdo, pero salvo una en el talón, tampoco muy graves) y embadurnándome de crema el tobillo derecho.

El tobillo hinchado, enrojecido y brillante de la crema antiinflamatoria al inicio del día.

Además después de desayunar en la pastelería donde había "medio cenado" la noche anterior pido unos hielos que coloco en una bolsita en el tobillo sujeta con el calcetín y que iré renovando en las sucesivas paradas a lo largo del día, no sé si servirán para algo, pero bueno.

Comienzo junto al pelourinho de Mesao Frio.
Me pongo en marcha ya algo tarde, pero como digo tampoco voy a ir con prisas, se trata de probar si puedo continuar. De momento el recorrido es por una carretera a media ladera entre viñedos aterrazados, todo lo que alcanza la vista, a ambos lados del río Duero, son "quintas" y pequeños pueblos rodeados de viñedos. De aquí es de donde sale el vino de Oporto. 


También muchas carreteras y caminos a distintas alturas que suben, bajan y se entrecruzan, lo que, nada más salir de Mesão Frio me lleva a estar un rato dando vueltas adelante y atrás mirando el GPS por un lado y las flechas por otro. Las laderas del valle son muy empinadas, aunque por una vez "mi" camino apenas tiene desnivel, lo cual se agradece, eso sí, al ir casi todo el rato a media altura hay que dar muchas curvas y rodeos para ir salvando las numerosas vaguadas que caen hacia el Duero, pero para que no me olvide de dónde estoy alguna hay que se cruza a base de un brusco baja y sube.

Mas adelante se inicia la bajada hacia el río, hacia Peso da Regua , de momento de forma continua pero suave y cómoda. Voy caminando con un cansino "ritmo peregrino" y me pasa un corredor. ¡Ay!, me comen las ganas y una insana envidia, que será en cierto modo aplacada cuando poco después se dé la vuelta y sea el momento en que le toca subir, jeje. Con tales precauciones, ni siquiera he hecho amago de correr en ese terreno favorable. El tobillo, aunque hinchado, no me molesta mucho. Eso sí, cuando ya se alcanza a ver Peso da Regua desde las alturas, lo que normalmente habría sido una preciosa vista, para mí se convierte en una bajada a los infiernos, me espera otro terrible descenso hasta el río. 


Desde allí arriba se ven ya los barcos turísticos, los pequeños que dan una vuelta por las proximidades y sobre todo los impresionantes barcos, para ser un río, que hacen la travesía de varios días o bien desde el propio Peso de Régua o bien desde el muelle de Vega Terrón en España hasta Oporto. Por un momento se me pasa por la cabeza que lo que tenía que hacer era coger uno de esos barcos, o bien el tren que va paralelo al río y que también hace un interesante trayecto turístico y venirme para casa vía Vega Terrón y Lumbrales, jajaja. Pero primero tengo que llegar hasta allí abajo, serán unos 200 metros de descenso en kilómetro y medio.

Una vez en Peso da Regua, mi camino discurre por un tranquilo paseo junto al río con gente paseando, pescando o sencillamente tomando el sol, o la sombra, porque allí abajo calienta con gusto. Es mediodía, he hecho 16´4 km en cuatro horas y veinte, que no es que sea un récord precisamente, pero toca refrescarse y comer algo, tampoco es que tenga mucha hambre, la comida será un trozo de pizza, eso sí, imprescindibles un par de Super Bock.


Tras una larga parada continúo, está animado el paseo junto al río y eso que hace mucho calor, estoy en el fondo del valle y es mediodía. Tras cruzar el río toca remontar de nuevo para ganar la ladera contraria, de momento de forma suave y luego muy bruscamente para alcanzar una plantación de viñedos entre los que va a discurrir el camino durante un buen tramo haciendo surgir la duda ya que parece un camino de la propia "quinta" más que un camino público, desde luego te ves integrado en el paisaje que te rodea. Aparentemente y sobre el mapa parece un rodeo un tanto absurdo, pero quizás sea por pasar por el puente sobre el río Varosa en un paraje de cortados rocosos, agreste y ciertamente llamativo. Toca volver a remontar entre viñas y olivos, de momento, para salir de ese valle encajonado (de hecho hay una presa un poco más arriba) y más adelante, tras pasar por las intrincadas calles de Sande, de nuevo con fuertes subidas por laderas de quintas y viñedos ganar altura hasta el próximo objetivo Lamego.

Justo a la entrada me encuentro una especie de "procesión" de religiosos que poco más que cruzando la calle se dirigen a un colegio, cuando ya iba a pasar de largo continuando mi camino me llamó la atención un mural de azulejo en el que entiendo que se reflejan las actividades de alguna orden religiosa, pero en el que destaca especialmente el lema central "Per aspera ada astra". Como he comentado en alguno de los capítulos anteriores el teléfono, aunque a mano,  lo llevaba siempre apagado y por eso apenas hay fotos del camino (únicamente de los lugares de parada), pero en esta ocasión tenía que encenderlo y hacer unas fotos. En honor a Abel Atalanta.


"Per aspera ad astra".
Tras pasar junto al castillo me encamino al centro de Lamego. Es domingo, media tarde y parece que está todo el mundo en la calle, en el paseo central que conduce a las famosas escalinatas que llevan hasta el santuario que preside esta parte de la ciudad. No sé qué se celebraría, pero en ese paseo hay una feria de alimentos y artesanía, unos tíos subidos a un escenario dando brincos con una música espantosa y un montón de gente abajo haciendo lo mismo (supongo que sería eso que ahora se llama "zumba" o algo por el estilo)

Zumba que zumba.
 y otro escenario preparado para algún concierto imagino que de percusión a base de toneles de vino.


Me habría gustado verlo, o al menos una parte a ver de qué se trataba, pero pese a que hago una parada bastante larga y me tomo una cerveza tranquilamente en una terraza, ya que hoy vengo casi en plan turista, tengo que continuar otro poco y se me está haciendo tarde. Así que foto junto a la catedral y a continuar camino.


Deambulo tranquilo mientras va anocheciendo, nuevamente subidas y bajadas, pero ya más tendidas y ya es hora de ir pensando en parar, paso varios pueblines en los que no hay bar, me es necesario tanto para cenar algo, como sobre todo para cargar el GPS. Ya noche cerrada y atravesando un pueblo fantasma milagrosamente encuentro a un paisano que me dice que hay bar en el pueblo siguiente apenas a dos kilómetros. Allá me encamino. Llego a Gouviães, otro pueblín aparentemente tan fantasma como el anterior y sin saber muy bien a dónde encaminarme, al llegar a las primeras casas coincide que sale un hombre al jardín, le pregunto por el bar en mi mejor chapurreao de portugués y me dice que no me entiende, que es francés. Jajaja, menuda situación de chiste, un español y un francés intentando medio entenderse en portugués en medio de la noche en un pueblo perdido del Portugal interior. En fin, ahora toca chapurrear en mi francés de los tiempos del instituto y de eso hace muuuuuchos pero que muchos años, y sorprendentemente me sale "muy fluido", más de lo que cabía esperar, lo suficiente como para entenderme con el hombre que ya me indica dónde es el bar.

El bar lo encuentro porque hay unos parroquianos a la puerta, no porque tenga nada que lo identifique. El señor que lo "atiende" digamos que está allí porque de todo tiene que haber en la vida, pero si no hubiera estado tampoco habría pasado nada. Pido algo para comer y no hay nada, ni un bocadillo, así que otra vez el menú se va a componer de una bolsa de patatas fritas y un par de barritas mías. Para tener la sensación de haber cenado como Dios manda me pido un café con leche, el paisano me lo pone solo. Le pregunto por la leche pensando que no me había oído o entendido bien y tras mirar con cara de extrañeza (en Portugal no se estila mucho el café con leche salvo para desayunar) me dice que no tiene, aunque rebusca un poco y en una cámara encuentra un cartón de leche... congelada. Pues sí, anda que está bueno este tío, no sé para qué puede querer un cartón de leche congelada, y vaya usted a saber desde cuándo está allí.. No me gusta el café solo, pero ando allí un rato mareando la perdiz porque además tengo que esperar a que el GPS cargue. Esto de andar así a salto de mata me obliga a hacer paradas demasiado largas en ocasiones mientras carga el GPS o el teléfono. Cuando está ya casi cargado del todo y observo que el hombre, que está charlando con otro paisano, ya va teniendo ganas de cerrar el tenderete, recojo mis bártulos y a buscar acomodo para dormir. Para estas noches de dormir "donde cayera" había pensado buscar preferentemente las iglesias o esas ermitas que suele haber a las afueras de los pueblos que suelen tener un atrio con tejadillo, sin embargo ninguna noche dormí en tales sitios. Aquí, justo la doblar la esquina del bar está la plaza del pueblo, en la que había una terraza elevada que debe funcionar de escenario (creo recordar que sobre la pared había algo rotulado de la banda de música). Me pareció un buen sitio buscando un rincón un poco más apartado y donde no daba directamente la luz de las farolas. Justo donde voy a tirar el saco hay una puerta de unos servicios, me da por empujar y está abierto. Vaya sorpresa, contra todo pronóstico, unos servicios bastante nuevos, perfectamente limpios y sin malos olores, dos cubículos con una pequeña zona de entrada en la que justo justito entra el saco, mira tú por dónde voy a dormir bajo techo, jajaja.

Han sido 40 km en 10 horas y 25 minutos, de récord del mundo, jajaja, también con bastante desnivel, 1.470 m. positivo. A ritmo casi de paseo, sin correr ni una zancada, ni siquiera intentarlo, pero he podido completarlos. La lesión ni mejor ni peor, lo que me hace ser optimista y replantear cálculos, quedan algo más de 150 km. así que si hoy sin forzar he hecho 40, apretando un poquito puedo hacer 50 al día, aunque sea a base de hacer más horas. Las ampollas tampoco me han dado guerra salvo en alguna pisada en alguna piedra.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 4.

23 de agosto. Día 4. Guimaraes - Mesao Frio.

Primera noche que he dormido al aire libre, en la ciclovía, cerca de Guimaraes, bien, con algo de humedad pero sin frío. Me levanto tempranito, amaneciendo y me "reparo" un poco las primeras ampollas que me habían empezado a salir.

De momento se va muy cómodo, en suave descenso, pero para salir de la ciclovía hay una bajada muy fuerte. Y a partir de ahí como los días anteriores, sucesión continua de sube y baja. La mayor parte del tiempo por zona urbana o semi urbana, más incluso que los días anteriores y además con mucho adoquín. Los problemas que han ido surgiendo el día anterior, naturalmente, se van agravando: los pies sufren con los adoquines, aunque las ampollas parece que de momento van controladas y el tibial y el tobillo poco a poco van aumentando su hinchazón, aunque de momento tampoco es incapacitante. Con esas condiciones del terreno y de lesiones uso por primera vez los bastones, que hasta ahora me parecían un peso muerto en la mochila. Sin embargo en los tramos con tanto adoquín, si bien intento aligerar algo el trabajo al tobillo, se hacen muy incómodos porque los bastones se enganchan continuamente entre los adoquines. De todos modos, los bastones ya no volverán a la mochila en el resto de los días, con la pierna tocada ya eran imprescindibles, además de que, tanto por terreno como por cansancio ya corro menos y ando más.

También uso por primera vez el camel de la mochila, hasta ahora me había sido suficiente con las fuentes y un bidón pequeño, pero las fuentes ya van escaseando y sobre todo en las horas centrales del día hay que llevar reserva de agua, que el calor aprieta.

Con todo, incluida alguna pérdida del camino, de momento no voy del todo mal, estoy llegando a Amarante relativamente entero, voy trotando en la larga bajada pero la última parte ya es muy pronunciada y me hace mucho daño. Por entonces estoy empezando a comprender que la sobrecarga del tibial se debe precisamente a eso, a tanta subida y bajada, y si en las subidas me molesta  algo, en las bajadas, sobre todo en las más fuertes me imposibilita para correr. Estamos apañados si las subidas las hago andando y cuando podría correr en las bajadas ahora resulta que tampoco va a ser posible.

¿Aureola de santidad en Amarante?, jeje.
Amarante, prácticamente mitad de camino entre Santiago y Ciudad Rodrigo. Hoy llevo 35 km y medio en casi 7 horas. Paro a comer, descanso largo, revisión de pies, y entro en una farmacia a comprar una crema antiinflamatoria.


La salida de Amarante es de locos, una carretera peligrosa y luego otra vez sube y baja pronunciados. Definitivamente este país es una locura de cuestas. Y de adoquines, por si no lo había dicho, jajaja. Me están machacando los pies y las ampollas que las tenía más o menos controladas me vuelven a dar algo de guerra. Afortunadamente después se coge una carretera secundaria casi paralela a la principal, eso sí con más curvas y más larga, para hacer una subida continua de unos 12 km. Desde Amarante se va ganando altura, pero al entrar en esta carretera secundaria (aunque según parece realmente es una calle) la subida es ya continua, pero también mas tendida, a ratos muy apetecible para correr, pero no puedo, lo intento en algunas ocasiones con tramos llanos, pero no puedo con el dolor, me siento frustrado e impotente. Al menos para caminar relativamente rápido no me molesta. Se atraviesan varios pueblines. No sé los "millones" de perros que me habrán ladrado durante todos los días, algunos realmente de muy malas pulgas, con una agresividad que si pudieran te comerían. Afortunadamente (debidamente atados o cerrados) no tuve ningún incidente, aunque como también contaba Emilio Comunero en su crónica del Spartathlon a veces casi deseas tenerlo para tener una disculpa lo suficientemente buena para acabar con la paliza que te estás pegando.

Al final de esa calle-carretera vuelves a encontrar la carretera nacional en lo que, aparentemente, es lo más alto del puerto y la nacional poco después comienza a descender, pero para evitar transitar por ella mi camino la cruza y sigue subiendo (para gran dolor de mi corazón, mi cabeza y mis piernas), al principio por asfalto, luego de forma bastante más brusca por pistas hasta alcanzar el que según la página del Camino Torres es el punto más alto de todo el trayecto el Chã das Arcas a unos 930 metros.


Se trata de una explanada sin vegetación en la que hay algunos "molinos de viento" y desde la que se divisan perfectamente todos los valles y sierras circundantes, de donde vengo y a donde voy. Mientras ando por allí arriba empieza a anochecer, me preocupa la noche en las condiciones en que vengo y en ese terreno montañoso y solitario. El inicio de la bajada es cómodo por pistas y muy suave y, con molestias, pero intento trotar algo, luego se vuelve a poner muy pendiente. El dolor cada vez más fuerte, ahora ya incluso andando, porque la sobrecarga del tibial para lo que más me incapacita es para estirar el tobillo y el pie en las bajadas. 

La bajada es larga y se me está haciendo eterna y dolorosa, voy por una carretera en modo automático, sin ninguna ilusión, apenas se me alegra un poco la vista, no tanto el espíritu, al llegar a un punto en el que ya se ve todo el valle del Duero ante el espectáculo que, ya en plena noche, supone ver ambas laderas del pronunciado valle iluminadas por completo, muchos pequeños pueblos, caseríos, y quintas con viñedos que se desparraman por las laderas y multitud de carreteras a distintas alturas del valle que los entrelazan y todo iluminado.

Cuando ya tengo a "tiro de piedra" Mesão Frio me encuentro una terrible bajada para atravesar un pequeño regato y volver a subir hasta el pueblo. Esa bajada me acaba de dar la puntilla. Es sábado por la noche y justo por donde entro al pueblo hay una exhibición de esas de motos petardeando y  haciendo cabriolas. Al igual que la noche antes cuando entré a cenar en el restaurante de Guimarães, vuelvo a sentirme como un extraterrestre recién aterrizado en un mundo extraño, aunque casi nadie me viera, atentos como estaban a las evoluciones del motorista de turno. Paso de largo, con pocas ganas de fiesta, hacia el centro del pueblo y lo primero que encuentro es una pastelería-cafetería. A falta de otra cosa más contundente me como un par de bollos temiendo que esa será toda mi cena vista la poca actividad que se ve por la zona e, iluso de mi, pensando que estaba en un pueblo de "cierta importancia" (de hecho había en esa misma plaza un hotel cerrado) pregunto por un hostal, pensión o lo que sea. No hay nada, lo más cercano a 4 kilómetros. Uf, si me quedaba algo de moral se me viene abajo, porque necesitaba verdaderamente una ducha , una cama y un buen descanso. Salgo a inspeccionar un poco el pueblo y encuentro una pequeña tasca donde puedo comer un bocadillo. En la conversación con el tabernero en primer lugar me aconseja que acuda a los bomberos que suelen dejar dormir en algún local, pero luego se le "ilumina una bombilla" y me dice que un vecino quizás tenga alguna habitación para alquilar. Lo llama y en efecto. Dormiré en una casa vieja que tiene pinta de ser la casa de la abuela donde se alojan los parientes que vienen en verano y, ocasionalmente, algún turista o peregrino despistado como yo, pero tendré mis ansiados ducha, cama y descanso.

Las ampollas que tenía se me han puesto peor y si en condiciones normales eso sería un problema, en esta ocasión es lo que menos me importa. El verdadero problema es el tibial, tengo toda la parte baja delantera de la pierna derecha hinchada, enrojecida y dolorida, hinchazón que se extiende también al tobillo. Me pasan por la cabeza todas las posibilidades: descansar por completo al día siguiente, intentar avanzar algo tranquilo únicamente andando y sin forzar en absoluto e incluso abandonar y volverme a casa. De momento a dormir y mañana será otro día.

Han sido 65´2 km. en 13 horas y 33 minutos de marcha (sin contar la parada larga para comer en Amarante). A falta de correr hay que hacer más horas y según el señor Garmin 1.870 m de desnivel positivo y 1890 negativos (según la página del Camino Torres son más de 2.400 tanto positivo como negativo, me extraña tanta diferencia y más cuando en el resto de etapas me ha marcado a mí desniveles mayores que los que da la página).


viernes, 24 de octubre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 3.

22 de agosto. Día 3. Rubiaes - Guimaraes.

Salgo del Albergue Ninho de Rubiaes temprano, aunque menos de lo que quería (se estaba tan a gusto en la cama) y ya desayunado. Empiezo la marcha a las 7 y media.

Mañana con neblina y algo fresca, pero cuanto más tarde empiece a calentar mejor. Terreno más montañoso y boscoso que los días anteriores, de momento subida no muy fuerte salvo algunos tramos y luego una larga bajada hasta Ponte de Lima. Al iniciar la bajada corriendo por una pista en un bosque sigo recto por la pista, hago una buena bajada y... camino incorrecto. Al igual que otras veces en esta zona el GPS no me avisó en su momento de que me desviaba y me tocó desandar lo andando, unos 700 metros de propina y con con buen desnivel. Cuando vuelvo al punto de pérdida en la pista había que coger un sendero bastante roto, estuve buscando marcas por todas partes y alguna logré localizar en algún árbol (amarilla en dirección Santiago), pero poco visibles, marcas azules en mi dirección no conseguí ver. En toda esta zona de montaña caminos más pedregosos y pistas irregulares, que se alternan durante toda la bajada con asfalto, empedrados y caminos más amables entre huertos y viñas.

Se pasa por muchos pequeños pueblos y sigue habiendo bastantes fuentes, aunque como decía el otro día por las mañanas bebía poco.

Ponte de Lima, 19´3 km y casi tres horas de marcha. Tras pasar su espléndido puente y su magnífico río hago una paradita en la plaza, ya bastante concurrida a estas horas.


Si no recuerdo mal las farolas llevan incorporado un altavoz por el que se programaba música continuamente.
Y a partir de ahora puede decirse que comienza la verdadera aventura. Hasta ahora traía el camino de Santiago portugués, muy concurrido y con una infraestructura, incluidos albergues, razonablemente buena. Ahora comienza mi camino de  soledad, ya no voy a encontrar  más peregrinos, que aunque vayan en dirección contraria, parece que te arropan algo. Además ya no habrá flechas azules que marquen mi dirección, aunque sí sigue habiendo, en algunos tramos de forma un tanto irregular,  las flechas amarillas que dirigen a los caminantes de este Camino Torres hacia Santiago.

Como curiosidad poco después de salir de Ponte de Lima se pasa por medio de un campo de golf, no por el campo propiamente, claro, el campo está a ambos lados del camino.  Digo yo que de aquí deben salir buenos jugadores porque el sitio no me parece muy propicio y como no atines bien y la pelotita empiece a rodar cuesta abajo es que ya no vas ni a buscarla, jeje.

Es un terreno complicado, muchos cruces de caminos, el GPS se me vuelve a hacer indispensable. El terreno, como no podía ser menos sube y baja, pero además aunque el desnivel total no sea mucho el problema es que las cuestas por lo general sí son bastante pronunciadas.

También a partir de aquí me acompañará un sonido por muchos de los pueblos y aldeas que atravesaré los días sucesivos en Portugal: muchos de los carillones de las iglesias tiene la canción dedicada a la Virgen de Fátima, la que recuerdo haber oído tantas veces de niño y que se convertirá en la banda sonora (exterior e interna) de muchos tramos de mi camino; la de:

"El trece de mayo
la Virgen María
bajó de los cielos
a Cova Leiría.

Ave, ave
Ave María,
Ave, ave,
Ave María"

En ocasiones incluso se producía una extraña "polifonía", a veces en medio del monte, rodeado de varios pueblos cercanos, debido al desfase de los relojes de las iglesias entre sí se superponían unas notas con otras o cuando uno de los carillones estaba a punto de finalizar comenzaba otro por el otro lado del monte.

Paro a comer, si no me equivoco en un bar en Portela das Cabras. No hay nada "normal" para comer, ni un bocadillo. El menú será una cerveza, una barrita y una bolsa de patatas fritas, eso sí, echo allí un buen rato en lo que se carga el móvil y pasa un poco el calor. Mientras tanto charlo un rato con unos paisanos que se dedican a ver pasar la vida que se "compadecen" ante mi reto y se empeñan en que me tome otra cerveza.

Por otra parte el piso machaca mucho, apenas se pisa tierra, mucho asfalto y mucho empedrado y adoquinado, pero de ese adoquín portugués que parece tirado sobre el suelo y luego ya rellenan los huecos que quedan, y claro esas superficies unidas a que ya llevo tres días de marcha van haciendo su trabajo, empiezan a salirme las primeras ampollas, aunque de momento no sean preocupantes. También muchos tramos coinciden con la Via XIX romana, que está más o menos indicada en algunos puntos.

El camino discurre principalmente por un terreno semiurbano en un continuo paso entre casas y pueblos que se van sucediendo sin parar. Conforme me acerco a Braga van aumentando las casas, barrios y nuevas urbanizaciones y desde Vila de Prado y tras cruzar el río Cávado hasta llegar a Braga es prácticamente una recta continua pesadísima y larguísima de unos 5 km por carretera "urbana". 

Nada más llegar a Braga empieza una cuesta bastante fuerte y también muy larga, ante cuya visión y con el calor que traía me meto en una tasca a tomar fuerzas con una cervecita rápida y bien fría.

Catedral de Braga
Sigo para arriba hasta llegar al centro de Braga y la catedral. Ciudad interesante y que sin duda merece una visita más sosegada que queda para mejor ocasión.

Aquí un señor frei, quizás incluso franciscano por su atuendo.

Tras una ligera bajada, a las afueras de la ciudad comienza otra larga y dura subida hasta el alto de Falperra. Inicialmente por una carretera curveada y peligrosa, un poco más adelante las marcas, para evitar la carretera, te dirigen hacia un sendero paralelo muy incómodo también, destinado más bien para bicis de montaña. Pero si incómoda ha sido la subida hasta el alto, donde hay un monasterio, la bajada será una tortura, por un sendero entre eucaliptus muy empinado y bajando "a derecho". Aunque algunas marcas parecen dirigir por otros caminos que seguramente sean más cómodos dando algún rodeo, ante el riesgo de perderme en este caso preferí seguir la ruta que llevaba en el GPS.

Pasado lo peor de la bajada ya puedo volver  a trotar, además como los días anteriores una vez que baja el sol y el calor voy mucho más cómodo, sin embargo las secuelas de tanto sube y baja durante estos días empiezan a pasar factura, empiezo a notar una, de momento, ligera sobrecarga en el tibial de la pierna derecha. Llego ya anocheciendo a Caldas de Taipas en una ligera cuesta abajo con un trote tontorrón y me veo reflejado en algunos escaparates, parezco Chiquito de la Calzada medio cojo. El GPS está ya bajo de batería así que me meto a cenar en el primer sitio que encuentro para aprovechar a cargarlo. La churrasquería está llena y me miran como si hubiera llegado un extraterrestre, la verdad es que no era para menos, jajaja.

Después de cenar y tras pasar el río Ave por un curioso puente casi a ras del agua continúo camino hasta Guimaraes mi destino de hoy unos 8 kilómetros más adelante. Voy muy tranquilo, sin prisa y en continua subida otra vez desde Caldas de Taipas. Llego al centro de Guimaraes, deben ser alrededor de las 12 de la noche de un viernes de agosto con una buenísima temperatura y las terrazas de las plazas del casco histórico están a reventar de gente con un gran bullicio, ¿dónde quedó esa tradicional quietud y silencio portugueses?.

En Guimaraes, con algunas terrazas de fondo.
Al igual que con Braga, tengo una visita pendiente, Guimaraes también tiene pinta de merecer mucho una visita con más calma.

Después de un rato de pausa reemprendo la marcha tranquilo, casi de paseo, en busca de un sitio para dormir, hoy dormiré por primera vez al aire libre. Tras pasar ante los espléndidos Palacio y Castillo de Guimaraes me encamino a la "ciclovía", una antigua vía de tren que aquí, en lugar de de dejar de tierra como en España a modo de pista, está asfaltada para uso ciclista. Tras asegurarme de que el paso está cerrado a vehículos mediante bolardos (que no me gustaría que me atropellara un coche en lo más feliz de mis sueños), me busco un sitio tranquilo extiendo el saco (y la "esterilla", una toalla finísima que coloco más por evitar que se enganche el saco con algo, que está recién comprado, que por otra cosa, jeje) y a dormir. Son algo más de las 2 de la mañana y feliz de la vida.

Han sido 81´6 kilómetros y 15 horas y 26 minutos de marcha (sin contar las paradas) y 1.770 metros de desnivel positivo y empiezo a tener problemas físicos, las primeras ampollas y la incipiente sobrecarga del tibial, para la que, antes de irme " a la cama", me tomo un ibuprofeno,llevaba algunos no para este tipo de problemas, sino más bien pensando en que una muela que tenía un poco averiada me pudiera dar problemas.

Los datos del Garmin:

-De Rubiaes a Ponte de Lima  http://connect.garmin.com/activity/576622110
-De Ponte de Lima a Guimaraes   http://connect.garmin.com/activity/576622138
-De Guimaraes a la ciclovía  http://connect.garmin.com/activity/576622165

sábado, 11 de octubre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 2.


21 de agosto. Día 2. Pontevedra - Rubiaes.

Decía que el Albergue de Pontevedra estaba casi al límite de su capacidad, lo cierto es que creo que su capacidad estaba más que rebasada y tenían habilitada una sala como un gran dormitorio con colchones en el suelo en la que debieron quedar muy pocos sitios libres. Duermo bien, con la salvedad de algunos ronquidos, que ante las quejas de otros peregrinos en forma del clásico chasquido de lengua, más que molestia me hacen sonreír. En estos albergues masificados la actividad empieza pronto, no soy ni mucho menos de los primeros, pero a las 7 de la mañana empiezo la marcha.

En estos inicios nocturnos no me cruzo con nadie, todavía faltan algunos kilómetros para que empiece a encontrar a los peregrinos que hayan salido de los albergues más próximos. Sin embargo inesperadamente, como a tres kilómetros de mi partida, me cruzo con un corredor portugués que debía estar haciendo un camino de Santiago "express" sin mochila (entiendo que con apoyo) y perfectamente "disfrazado" de "trailrunero".

Continúo la marcha y tras una bajada muy buena para correr llego a las calles de Ponte Sampaio, donde junto al puente hay un bar. Son 10 km justos, momento de desayunar, que me tomo con calma. A la salida, foto en la que intento inútilmente que se vea el puente, magnífico puente y magnífico entorno, con la ría de Vigo, digno de una parada más pausada aún, pero toca continuar. 

Del otro lado del puente mucho callejeo en Arcade, cuesta arriba y vigilando continuamente la ruta. Tras unos breves kilómetros de campo en los que me empiezo a encontrar peregrinos se vuelve a una zona semi-urbana que me llevará ya hasta el centro de Redondela, hasta donde tenía pensado llegar el primer día en mis planes iniciales (excesivamente optimistas). Son las 10 de la mañana y he hecho unos 18´5 km.

Continúo la marcha, a diferencia del día anterior en el que no cargué agua, y teniendo presentes los problemas que tuve para encontrarla en algunos momentos, en esta jornada sí llevaba agua, pero sólo un pequeño bidón en la mochila para alguna emergencia. Las fuentes siguen siendo abundantes y son mi punto de abastecimiento y de refresco, aunque como una constante que se ha repetido casi todos los días, hasta que realmente no apretaba el calor en las horas centrales he bebido muy poco, luego sí, ya con el calor en plenitud bebía muchísima agua. Otra cosa que me ha llamado mucho la atención tanto en Galicia como en buena parte de Portugal es que hay muchos lavaderos, en casi todos los pueblos, lo cual tampoco es que sea muy llamativo, pero sí el hecho de que en muchos sitios me ha parecido que aún están en uso.

La entrada en Porriño es fea y complicada con carretera, arcenes, cruces por carriles de incorporación a la autovía, al fin entro en Porriño y casi a la entrada paro en un supermercado, es mediodía, ya hace calor y me apetece beber algo frío, compro bebida fría y algo dulce para comer y paro un rato a dar cuenta de ello en la plaza. Mucha gente por la calle principal y ya grupos de peregrinos muy numerosos tomando las calles, pandillas de Scouts, grupos de jóvenes con sus mochilas impolutas y muy pocas trazas de andar, eso sí de varias nacionalidades mezcladas, debían ser algo parecido a una de esas concentraciones de "la juventud del Papa". A la salida de Porriño me cruzo con uno de esos grupillos y el que debía ser uno de sus responsables me pregunta el sentido de mi marcha "en dirección contraria". Le cuento lo de San Francisco y me comenta que algunos de los que vienen un poco más atrás son de Asís.

Si la entrada en Porriño había sido fea, la salida lo es más, carretera y luego un polígono industrial a lo largo de varios kilómetros de cuyas "virtudes" ya había leído algo. Ruidos, malos olores, y en general una zona "poco amable" que pensaba haber hecho corriendo para acabar cuanto antes, pero es mediodía, hace calor, no hay ni una sombra y sólo corro algunos tramos. Pasado el polígono y tras unas buenas rampas llego a un alto en el que hay un "área de descanso" para caminantes donde vuelvo a parar un rato a la sombra y a refrescarme.

Un poco más adelante me encuentro la "guerra de flechas amarillas" de la que también había leído algo. El camino a Santiago originalmente está marcado por el polígono, pero algunas asociaciones, han buscado un itinerario alternativo, que aunque un poco más largo evita ese paso transitando, en cambio, por un entorno natural, con bosque y sombra, itinerario que también ha sido reconocido como "oficial" y convenientemente marcado. Sin embargo, ese desvío evita no sólo el paso por el polígono, sino también por delante de un par de bares, que, al parecer,  no han aceptado de muy buen grado esa variante y cuando unos pintan flechas los otros las tachan y marcan y remarcan que el camino es por donde a los intereses de cada uno le conviene.

En fin, pasado esto hay buenos tramos tramos para correr, con sombra y buen camino, sin embargo, como a lo largo de toda esta etapa y casi desde que salí de Santiago y que incluso irá a más en los días posteriores continuamente aparece algún repechón o repechín, corto, pero que corta el ritmo y si no algún cruce de caminos o de carreteras que obligan a aflojar la marcha para comprobar el camino.

Estoy llegando a Tuy, y como siempre que vas llegando a un punto clave y deseado del recorrido, se hace largo. Llego hasta las puertas de la catedral, sello mi credencial en la oficina de turismo y a comer. No acerté con el sitio, me apetecía muchísimo comer calamares, me tuve que conformar con un bocadillo de queso. Llevo 50 kilómetros y algo más de 8 horas de marcha.


Tras la comida, una breve visita a la catedral y reanudo hacia Portugal cruzando el Miño por el viejo y sensacional puente. ¡Qué ganas de darme un baño!.

Aunque no es imprescindible, sí es recomendable el paso por el viejo centro urbano fortificado de Valença do Minho, pese a que haya que afrontar una empinada subida por el glacis. Si sabes algo de este tipo de fortificaciones se disfruta enormemente de la entrada por el baluarte, los fosos, las puertas, hasta que te topas con la cruda realidad. La calle principal abarrotada de gente, de tiendas con toda la mercancía en la calle, de "españoles i-lusos" que siguen acudiendo en manada a comprar o simplemente a mezuquear como hace unos años en Vilar Formoso y como sigue pasando también en Miranda do Douro. Esto no cambia, desde que conocí por primera vez estas ciudades sigue igual, ni Euro, ni Comunidad Europea ni nada, esto es igual que hace 20 ó 30 años.

A partir de Valença, disminuye notablemente el número de peregrinos, no obstante poco después cuando voy trotando en una ligera bajada me cruzo con un grupito y me pregunta uno que dónde voy corriendo, que si estoy preparando un Ironman, jajaja y poco después me cruzo con otro grupito en el que un argentino me pregunta nuevamente por el sentido de ir al revés, que si voy a Fátima. No, a Ciudad Rodrigo, en principio no iba a darle muchas más explicaciones, pero le vi que llevaba colgada una "Tau" franciscana y ya estuvimos charlando un ratillo contándole mi plan.

Un par de kilómetros más adelante me encontré una curiosa instalación: una estación de "refresco" de peregrinos con unos bancos en los que al sentarte, por medio de unos sensores, se activaban unos difusores "colgados" en alto que echaban agua pulverizada. Pese a no necesitarlo en ese momento no me resistí a probar el invento, jeje, buena idea, pero con un poco de aire no era del todo eficaz. En toda la excursión generalmente he llevado el teléfono apagado, por lo que he hecho muy pocas fotos, únicamente en lugares "señalados", sin embargo aquí tenía que fotografiar el invento.



Otro elemento que será muy destacado con la entrada en Portugal será que me encuentro sus famosos empedrados-adoquinados. En esta etapa aún no va a ser predominante, todavía habrá bastante asfalto y camino, pero es el preludio de lo que espera en los días siguientes.

Con el atardecer parece que se renuevan las fuerzas y vuelvo a correr, claro que también coincide con una cómoda bajada desde un monasterio, al que previamente me ha costado algo más subir, jeje. El caso es que sin haber grandes subidas, salvo esta del monasterio y una al comienzo de la jornada al salir de Redondela, se acumula desnivel a base de pequeños repechones. Al acabar la bajada y tras una pequeña subida por un camino al incorporarme a la carretea la primera casa que veo pone algo de "albergue", ya tenía ganas de acabar y allá voy. Estoy en Rubiaes, en el Albergue Ninho


Luego me enteré de que este no es el albergue de peregrinos "oficial", sin embargo ha sido uno de los lugares inolvidables de todo este viaje. Una vieja casa y corral de piedra rehabilitados y regentado por madre e hija, ambas de nombre Marlene, la amabilidad personificada. Como si estuvieras en casa. Hay alojados otros tres chavales, pero no son peregrinos, han venido al festival de Paredes de Coura que se celebra cerca. También una buena parte de los clientes del restaurante al que voy a cenar tiene que ver con el festival, me da la impresión de que tienen algo que ver con la organización.


Han sido 70´8 km en 12 horas y 5 minutos de marcha, sin especiales problemas físicos salvo el cansancio normal, además finalmente he encontrado la colocación buena de la mochila. El día anterior había acabado con algunas rozaduras y me temía lo peor, sin embargo a base de probar encontré el sitio bueno y no me volvió a dar problemas ningún día más. 

Los datos del Garmin:

Desde Pontevedra a Redondela   http://connect.garmin.com/activity/576622066

sábado, 27 de septiembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 1.


Prólogo

Aunque la mayoría ya sabéis cómo y por qué surgió esta aventurilla lo cuento para que el relato quede completo.

Este año se conmemora el 800 aniversario del paso de San Francisco de Asís por nuestro pueblo. Aunque su presencia pueda ser discutida, lo cierto es que la tradición y la historia parecen indicar que así fue. De hecho, incluso en agradecimiento por algún que otro "milagrillo" y, al parecer, fundamentalmente por el halo de bondad y santidad que ya le acompañaba se le hizo una escultura (se dice que la única que se le hizo en vida) que se colocó en la catedral, que se estaba construyendo por aquel entonces.


El de Asís, vaya usted a saber por qué: por predicar en tierras recientemente conquistadas al moro, como paso para otros destinos, o por lo que fuere llegó hasta aquí procedente de Santiago de Compostela a donde había llegado cumpliendo peregrinación.

De modo que se ha declarado este año "Año Franciscano" con numerosos actos religiosas, culturales y artísticos para conmemorar el acontecimiento. 


Como los Jaramugos lo que sabemos hacer (aunque sea poco y mal) es "correr" y de vez en cuando plantearnos ciertos retos deportivos, a Abel Atalanta se le ocurrió que podíamos hacer nuestra propia conmemoración, de forma extraoficial, a nuestro aire, rememorando ese viaje de Francisco desde Santiago hasta Ciudad Rodrigo, corriendo (más exactamente "trotandando", esto es alternando correr y andar, que sólo corriendo no está a nuestro alcance). La ruta elegida, fue el denominado Camino Torres, el que llevó D. Diego de Torres Villarroel de Salamanca a Santiago en 1737, pasando por Ciudad Rodrigo, entrando en Portugal por Almeida  para volver a España por Tuy y de ahí a Santiago, pero en sentido inverso, claro.


Casi 500 kilómetros, de ahí el nombre, con idea de hacerlo en unos 7 días, más o menos unos 70 km diarios. ¿Por qué este camino y no otro?, pues porque vaya usted a saber por dónde vino San Francisco y además éste nos ofrecía la ventaja de que está perfectamente descrito, cartografiado y razonablemente bien marcado.

Las fechas previstas a principios de agosto y los "expedicionarios", el ideólogo Abel Atalanta, Manu (Manuel J. Gómez Fraile) y servidor. Por motivos que no vienen al caso se suspendió la aventura, sin embargo yo no lo descarté del todo,  la idea ya quedó metida en la cabeza y mantenía la posibilidad de hacerlo, si bien, no lo tenía nada claro. El debate interno era grande, por una parte el hacer realidad una idea tan buena (cierto que se puede hacer en cualquier otro año, pero su momento era este año), por otro, tendría que ir solo. Si lo hacía, una condición irrenunciable era llevar toda la ruta metida en el GPS, en compañía nos podíamos "permitir el lujo" de perdernos, yo solo no. Había leído que el camino está todo marcado con las flechas amarillas que indican todos los caminos hacia Santiago, pero yo vendría en dirección contraria, sería muy fácil no ver las marcas y desviarse de la ruta. Así que sin tener mucha maña en el manejo del GPS y sobre todo sin saber si una ruta tan larga cabría en el cacharrillo, me dediqué durante unos días a la labor de irla preparando en 7 etapas. Una vez conseguido, vía libre, la decisión estaba tomada, en un par de días partiría para Santiago.

La intendencia es fácil: el mínimo equipo posible, por ejemplo la ropa sería: unas mallas y una camiseta de manga corta con las que correr, otro juego con mallas piratas y otra camiseta de manga corta "de limpio" o recambio, un chubasquero y tres pares de calcetines. Todo, incluido un saco de dormir, debe ir en un mochila pequeña, de las que usamos para las largas carreras de montaña, una Quechua creo que de 17 litros. No llegué a pesarla, supongo que no pasaría de 3´5 como mucho 4 kilos, más el agua que llevara en cada momento.

Sí me surgió un imprevisto con el viaje, la mejor opción es en autobús desde Salamanca.  Los días previos, cuando había estado consultando horarios, pero aún no estaba decidido, había visto (o creído ver) que había autobús a las 3 de la tarde y a la 1 de la madrugada. Pero cuando decido la fecha no hay el de las 3 de la tarde (quizás sólo lo había unos días sí y otros no, no recuerdo) así que no hay más, a la una de la madrugada del miércoles 20 de agosto estoy en la estación de autobuses de Salamanca, pero el autobús no aparece hasta las dos. Todo se retrasará una hora. Llego a Santiago a las 9, me encamino a la Catedral, paso por un supermercado para comprar algo de desayunar, me tomo un café, entro en la Catedral a "saludar y despedir" al Apóstol, paso por la oficina de recepción de peregrinos, donde ya hay cola para "sellar la llegada" y recoger la Compostela acreditativa de haber hecho la peregrinación a Santiago y donde me "cuelo" con permiso de un voluntario al que le explico que no tardaré, pues sólo voy a "sellar" la salida en mi credencial del peregrino para hacer el Camino "al revés".

Primera etapa.  Santiago - Pontevedra. 67´35 km.


Y a las 10:30 empiezo a correr por la Calle do Franco hacia las afueras de la ciudad.

Ya en las calles de Santiago me encuentro unas flechas azules en mi camino, al principio no le doy importancia, pero me llaman cada vez más la atención porque continuamente van marcando la dirección que yo llevo, además de ver también las flechas amarillas en dirección contraria. Ya en algún sitio fuera de la ciudad veo que junto a la flecha azul pone "Fátima", vaya, empiezo a pensar que el camino también está marcado en dirección contraria hasta Fátima con esa señal, lo que luego se confirma cuando en sucesivos encuentros con peregrinos con los que me cruzo me preguntan si voy a Fátima. Con la mayoría no hay más que un breve saludo, y a veces ni eso pues son muy numerosos, pero por el km 4 más o menos me encuentro con una pareja de argentinas que me preguntan si voy a Fátima, que por qué voy en "dirección contraria" les contesto que no, que voy a Ciudad Rodrigo y les cuento por encima lo de San Francisco, les parece una curiosa y buena iniciativa. No serán muchos más los peregrinos con quienes tenga la misma charla.

De momento la orientación es buena con las flechas azules y las amarillas, muchas se ven fácilmente, otras muchas no son visibles, no obstante se desarrolla un "instinto" que en ciertos lugares, cruces, postes de luz o teléfono, etc, te lleva a buscarlas girando la cabeza, aunque no sea estrictamente necesario, sabes que el camino es ese, además me voy guiando con el GPS, pero siempre tiendes a confirmar que vas por el camino correcto buscando la flecha amarilla.. Será una constante a lo largo de toda la ruta. De todos modos, el GPS me parece imprescindible, en muchos casos vas distraído, corriendo, etc y se te pueden pasar las marcas, otras veces la señalización no es exhaustiva y otras muchas incluso con el GPS me he equivocado de camino hasta que el aparatejo pitaba por desviarme del camino establecido, y más en zonas de bosque en las que las marcas no siempre se ven o incluso pueden haber desaparecido. Otro tanto ocurre con pueblos y ciudades en que se puede haber pintado encima, haber asfaltado donde había una marca en el suelo, o haber un coche aparcado que no te deja ver la flecha.. En ocasiones me he desviado de la ruta que yo llevaba y he seguido por donde iban las flechas, volviendo poco más tarde a mi camino y en otras,  por contra, he seguido el GPS desviándome de las marcas, pues en algunos tramos se pueden seguir varias alternativas.

Por otra parte me sorprende que la mayor parte del camino es asfalto, esperaba más camino o pistas. Y del mismo modo me sorprende que casi no hay "campo", apenas se transita por bosque, monte o campo abierto, continuamente vas pasando aldeas, pueblos o casas dispersas, pequeños terrenos cultivados con sus casas, que van uniendo poblaciones sin solución de continuidad y de ahí que haya tanto asfalto. Situación que se agravará en algunas zonas de Portugal y que durará al menos hasta que se cruza el Duero. Particularmente llamativo, pese a ya lo había leído en la página del Camino Torres, es el tener que afrontar algunos tramos en estas primeras etapas gallegas, más de lo deseable, por carretera nacional con mucho tráfico y prácticamente sin arcén, y más teniendo en cuenta que parece ser que este Camino Portugués es el segundo más transitado después del Francés, debe serlo, desde luego son muchísimos los peregrinos con los que me cruzo. Del mismo modo son también bastantes las ocasiones en que para evitar un tramo de carretera peligrosa te llevan dando algún rodeo o haciendo zig-zag por carreteras secundarias y aldeas, que a veces no te hace mucha gracia, porque supone evitar un tramo muy corto de la carretera principal, a la que acabas volviendo después de dar un rodeo.

En fin, siguiendo con el relato de este primer día, salgo sin cargar agua, sabiendo que se pasan muchas aldeas y supongo que habrá posibilidades de ir bebiendo en las fuentes. Voy cómodo y corriendo bastante, eso sí en cuanto hay una cuesta un poco más empinada la hago caminando. Pasados los primeros kilómetros en general es cuesta abajo, pero continuamente salpicado de tachuelas o tachuelones que van complicando la marcha, aunque de momento voy bastante cómodo y con fuerzas. Paradita en Padrón (km. 24) a comer algo y continúo. El día se presenta caluroso, a lo que además se añade el haber empezado tan tarde y como decía voy bebiendo y refrescándome casi en cada fuente que veo, que, de momento son muchas. Se va acercando la hora de comer cuando voy por una zona un poco más campestre, subiendo un pequeño puertecillo. Entre cruces de carreteras, pasos sobre autovías y con calor, ya voy buscando un bar para comer, se divisa alguno pero me tengo que desviar un poco, así que nada, yo sigo hasta que tope con uno por cuya puerta tenga que pasar, una "regla de peregrino" es no andar más de lo necesario, jeje. Además prefiero continuar y avanzar lo más posible antes de parar que luego es más complicado volver a coger ritmo. Finalmente paro en O Cruceiro (km. 38) si bien, como muy poco: un pincho de tortilla, una barrita y unas gominolas, ah, y por primera vez me preparo un nuevo pontingue que no había usado nunca "Suero oral" en polvos para evitar la deshidratación. Sin embargo lo que realmente estaba deseando desde hacía rato era tomarme una cerveza, mejor dicho dos (de tercio), lo que también ha sido una constante durante toda la ruta, rara ha sido la vez en que me haya tomado sólo una cerveza cada vez que paraba en un bar. La parada me sienta realmente bien, salgo otra vez con muchas ganas y con buen ritmo, seguramente ayudara el hecho de que los siguientes kilómetros fueran cuesta abajo, por camino de tierra y con sombra, jajaja. Caldas de Reis (km 44), aguas termales, sale el agua de una fuente realmente caliente. Sigo a lo mío. 

Seguía sin cargar agua, sólamente llevaba el bidón con algo de "suero", pero ahora ya no hay tantas fuentes, o no me caen a mano o bien no las encuentro, el caso es que el tramo final se me hace muy largo, llego cansado y con mucha sed.

La entrada en Pontevedra se me hace pesada y llego al centro en plena hora de paseo y terrazas, mucha gante por todas partes, pero no paro más que a hacer un par de fotos.


Lo primero es buscar el albergue y luego ya veremos, pero cuando llego al albergue (casi casi al límite de su capacidad) y con el tiempo justo, cerraron poco después la recepción, entre ducha un pequeño lavado de ropa y tal y cual, ya no tengo ni tiempo ni ganas de volver al centro. De hecho se cerraba la puerta del recinto exterior creo que a las 10 y tuve que hacer un apaño para que no se cerrara en lo que iba a cenar algo a un bar cercano.

Fin de la primera etapa, 67´35 km. 10 horas 33 minutos de marcha (sólo paraba el tiempo en las paradas más largas), cansado, pero sin mayores problemas, los pies bien, pero me preocupaban las rozaduras de la mochila en la espalda, sin ser grave ya tenía alguna.

Aquí la etpa  http://connect.garmin.com/activity/576622038

martes, 5 de agosto de 2014

El pregón.

Entrada escrita en tres actos:

El primero, el pregón original "compuesto" para una peña en los Carnavales del 2006 (Peña El Farinato se vino a llamar después, o quizás ya se llamaba antes, pero yo no me había enterado).

El segundo, un intento de reproducirlo por aquí en fechas cercanas a los Carnavales de este 2014, al que corresponde la introducción de más abajo, que sin embargo se vio truncado por algún problema técnico que finalmente no me dejó publicarlo en el blog.

Y el tercero el, al parecer, definitivo para reproducirlo finalmente, a cuenta del pregón de Abel Atalanta el viernes pasado para las fiestas veraniegas del Barrio del Puente y la conversación posterior en la que se recordó "lo mío". Sin duda mucho más serio, documentado, cargado de sentimientos y de calidad el de Abel (recomiendo su lectura) que estos ripios míos, que no dejaban de ser una chanza, pero que a él le siguen pareciendo buenos (¿?). Sin duda sus recuerdos están ofuscados y distorsionados por el tiempo pasado, la amistad o algún chato de más. A ver si ahora sigues manteniendo la misma opinión, jajaja.

En fin, allá va con la introducción de la que hablaba antes:



Estos días carnavaleros en el curso de absurdas conversaciones salió a relucir mi viejo pregón. Rebuscando lo encontré y a punto he estado de ir soltándoselo por ahí a todo bicho viviente, pero me contuve a tiempo, eso sí, una vez desempolvado y en estas épocas de amigos literatos con sesudas composiciones yo traigo un estilo, digamos ripioso, "literatura costumbrista de andar por casa". Para los forasteros la mayoría de las cosas serán incomprensibles e incluso para los locales que no tengan buena memoria muchas cosas tampoco tendrán sentido. No en vano corresponde a los Carnavales del 2006. En principio para darlo en una peña, pero que ese año por circunstancias que no vienen al caso no fue tal peña, ni tuvo sede ni ya se contaba con pregón alguno, pero a última hora lo "enfilé" y a falta de sede y de convocatoria oficial para soltarlo, lo fui repitiendo a salto de mata en varias ocasiones por bares o calles según iba encontrando público potencialmente interesado, jajaja, hasta por teléfono, por lo que dependiendo de las circunstancias leía unas partes o me saltaba otras (creo que nunca lo leí entero) . Posteriormente la Peña ya se ha consolidado como "Peña El Farinato" así pues este fue mi pregón.

  
                Un soneto me manda hacer Violante,
                   En mi vida me he visto en tal aprieto,
                   Catorce versos dicen que es soneto...

 Esto es lo primero que se me vino a la cabeza cuando hace dos años me vi obligado bajo graves amenazas del amigo David a aceptar el oficio de pregonero para este especial año de Las Edades del Hombre , toma, nada más y nada menos que  el “histórico año para el despegue de nuestro pueblo”, eso es lo primero que pensé, en mi vida me he visto en tal aprieto.

         Así que empecé a darle vueltas: qué hago, qué digo, pues nada, empiezo con cita poética, de Lope de Vega el “Fénix de los Ingenios”, y ya doy un toque cultural al pregón en este año tan señalado.

         Pero, ¿y después?.

         Bien, lo lógico parece empezar por el principio, así pues, empecemos por el principio:

         Buenas noches excelentísimas autoridades (civiles, militares y eclesiásticas), (si las hubiere...), hermosas y distinguidas reina y damas del Carnaval, y sus apuestos acompañantes, buenas noches también al del carrito de los helaos, al perejil de todas las salsas, al bombero torero..., señoras y señores, amigos todos.

         Supone para mí un honor y un reto ser pregonero en esta histórica y bella localidad de Ciudad Rodrigo en esta su fiesta grande, el Carnaval del Toro. Como digo, supone un honor por mi especial vinculación con vuestra ciudad, ya que una vez pasé por aquí camino de Portugal y paré a echar gasolina, lo que me permitió ver de lejos la Catedral y sentirme como un “mirobriguense” más; y así en el momento en que  recibí el encargo de pregonar el Carnaval “mirobriguense” sentí que no podía defraudar las ilusiones de todos los “mirobriguenses” por escuchar mis hazañas empresariales y las hazañas deportivas de mis muchachos, todos ellos vestidos de blanco y revolcándose por el suelo haciendo la cucaracha.
  
         Pero rápidamente me di cuenta de que no podía empezar así, que eso ya lo había dicho alguien anteriormente (o algo parecido).
  
         Así que seguí dándole vueltas a la cabeza y “voilá”, me vino otra idea:

(Léase con acento andalú)

         Buenas noches excelentísimas autoridades (civiles, militares y eclesiásticas), (si las hubiere...), hermosas y distinguidas reina y damas del Carnaval, y sus apuestos acompañantes, buenas noches también al del carrito de los helaos, al perejil de todas las salsas, al bombero torero..., señoreas y señores, amigos todos.

         Sin duda en esta fiesta del Carnaval del Toro se produce la más bella simbiosis que se puede dar en la naturaleza, la del caballo y el toro bravo, los animales más bellos que el creador puso sobre la faz de la tierra; estampa que tiene  su expresión más destacada en la figura de un jinete entre las recias encinas del cortijo, vestido de corto, con la garrocha en la mano y dispuesto a conducir la manada de bueyes y toros bravos ...,

         Pero nuevamente me di cuenta de que eso también  estaba inventado, de que seguramente lo hubiera dicho algún Domecq para la Peña del Caballo, así que intenté otra opción:

         Buenas noches excelentísimas autoridades (civiles, militares y eclesiásticas), (si las hubiere...), hermosas y distinguidas reina y damas del Carnaval, y sus apuestos acompañantes, buenas noches también al del carrito de los helaos, al perejil de todas las salsas, al bombero torero..., señoreas y señores, amigos todos.

         Sin duda en esta fiesta del Carnaval del Toro se produce la más bella simbiosis que se puede dar en la naturaleza, la del caballo y el toro bravo, los animales más bellos que el creador puso sobre la faz de la tierra; estampa que tiene  su expresión más destacada en la figura de un jinete entre las recias encinas de la dehesa, vestido de charro, con la garrocha en la mano y dispuesto a conducir la manada de bueyes y toros bravos ...,

         Y otra vez sentía que eso ya lo debía haber dicho algún Tabernero para la Asociación Charra del Caballo.
  
         Así que, nada, sigo sin una idea original, vamos a por otro intento:

         Excelentísimas autoridades, etc... (bueno, esto como veis se repite siempre, así que me lo salto, que ya lo habéis escuchado bastante), sigo: cuando hace 50 años unos cuantos amigos se juntaron en el Café Moderno para ayudar a torear a los maletillas que hasta aquí se acercaban había nacido la familia bolsinista.

         Esto tampoco me vale, también está inventado.
  
         Vamos a por un último intento, a ver qué sale:

         Excelentísimas autoridades, etc..., estos peñistas  que desde hace muchos años decidieron homenajear a personas especialmente vinculadas con el carnaval, por su farinatismo y que toman el nombre de la farinatísima Puerta del .... tampoco me sirve.

          Tengo que buscar algo relacionado con esta peña que me acoge, algo especial para brindarle a estos amigos que me han invitado a ser su pregonero, pero si no sé ni cómo se llama la peña, vamos que  ni siquiera sé si tiene nombre (vaya desastre de pregón), así que como por ese camino no había manera de continuar me salgo por la tangente y para decir algo original, uno que es de natural tímido y asustadizo, me tengo que disfrazar, de alguna manera he de ocultarme, sí, ya sé un sombrero y unas gafas oscuras (“Gafas oscuras pa que no sepan que está mirando y un diente de oro toa la avenida va iluminando”), coño, ya lo tengo:  un ciego, el Ciego Sabino.

  
         Quizás no sea un personaje muy conocido, pero ha pasado a la historia como un destacado miembro de la resistencia popular contra el gabacho, y así se lo ha reconocido el pueblo bautizando una de sus calles con su nombre, allá por las Tenerías, para escuchar siempre el rumor, cuando no el bramido, de las aguas del río Águeda.

         Cuenta la historia oficial que el bueno del Ciego Sabino, perdón, discapacitado visual, aprovechando su ceguera, digo discapacidad visual, se colaba entre las líneas enemigas en los sucesivos sitios y sin despertar sospecha alguna entre el ejército invasor llevaba y traía informaciones, órdenes, armas, en definitiva, que allá en los principios del siglo XIX inventó, sin ser consciente de ello los servicios de espionaje.

         Pero la sabiduría popular, cuenta además que el discapacitado visual Sabino (aunque ahora ya no estamos en la oficialidad y podemos prescindir del lenguaje políticamente correcto, y llamar a las cosas por su nombre) decía, que el Ciego Sabino además de héroe en la francesada era pendenciero, socarrón, borrachín y coplero, así que permitidme que me apropie de su personalidad para intentar decir algo ocurrente en este vuestro y mío pregón de los Carnavales, que, por cierto,  siempre fueron, son y serán los Carnavales, no esa mamarrachada que se estila ahora de etiquetar las cosas y envolverlas para el turismo y llamar a estas  nuestras fiestas con el pomposo nombre de Carnaval del Toro, qué leches, para los farinatos son Carnavales, en plural y con mayúsculas; claro que para alguno de nosotros también cabe el riesgo de que se reduzca al Carnaval del Toro, pero no el de los mozos que corren calle arriba, calle abajo delante o detrás del toro, sino el de los mozos que corren calle arriba, calle abajo, pero dentro del toro, de la calle del Toro me refiero, claro.

Así que vamos con el ripio compuesto por el Ciego Sabino para la ocasión:

Vengan aquí los señores

Acérquense a este estrado
Que les voy a relatar
Unos sucesos señalados.

En este importante año
Celebra la población
Grandes acontecimientos
Que puestos en orden son:

Carnavales el primero,
Para bailar y disfrutar,
Que luego la Cuaresma
Es muy larga de pasar.

Ya lo escribiera el poeta
Allá por el siglo quinceno,
Juan del Encina su nombre,
Poned atención que este es bueno.

Músico y poeta que fue,
Gran trovador resultó,
Así que escuchad sus palabras
Que yo sólo pongo la voz:



“Hoy comamos y bebamos,
Y cantemos y holguemos,
Que mañana ayunaremos

Por honra de Sant Antruejo
Parémonos hoy bien anchos.
Embutamos estos panchos,
recalquemos el pellejo:
que costumbre es de concejo
que todos hoy nos hartemos,
que mañana ayunaremos.

Honremos a tan buen santo
Porque en hambre nos acorra;
Comamos a calca porra,
que mañana hay gran quebranto.
Comamos, bebamos tanto
Hasta que reventemos,
Que mañana ayunaremos.

Bebe, Bras, más tu Beneito.
Beba Pedruelo y Lloriente.
Bebe tú primeramente;
Quitarnos has desse preito.
En beber bien me deleito;
Daca, daca, beberemos,
Que mañana ayunaremos.

Tomemos hoy gasajado,
Que mañana vien la muerte;
Bebamos, comamos, huerte,
Vámonos carra el ganado.
No perderemos bocado,
Que comiendo nos iremos,
y mañana ayunaremos”.




Cultural y religioso
el segundo, las Edades,
qué mejor muestrario
que exponerlo en Catedrales.

Edades del Hombre llaman
A tan magna exposición,
Donde nuestro pueblo exhibe,
 de su arte, lo mejor.
  
El tercero, permitidme,
Que inserte yo una cuñita
Para hacer publicidad
De manera gratuita.

Una carrera hay en Junio
Por calles de la ciudad,
También los campos recorre
Sufrida, alegre y jovial.

Media maratón disputan,
De distancia bien medida
21 kilometrillos,
anímate y participa.

La organizan Jaramugos,
Buena gente y entusiasta,
de segundo son Jumentos,
no te creas que es de guasa.

 Pues bien, con tales motivos
Nuestro amado Consistorio
Quiere dejar todo el pueblo
En estado satisfactorio.

Así lo primero que hizo
Fue quitar los "arboles"
Para dejarlo todito,
Todito lleno de coches.

Quitaron los pinos del foso
Para no estorbar la visión
De nuestra querida muralla
Hacia la Puerta del Sol.

Pero en lugar de cuidar
Del glacis como un jardín
Lo llenan todo de coches
Dando vueltas por allí.

Y la Puerta de Santiago
La han llenado de bolones
Que a este ciego le parecen
Las que tiran los fanfarrones
(se hacen las gaditanas, tirabuzones...).

Pero lo más destacado
Son las obras por doquier,
Nos han levantao el pueblo
Toas las calles a la vez.

Parece el Ayuntamiento
La antigua mina de Enusa
Venga a hacer agujeros,
No se sabe bien qué buscan.

Y resulta que cavando
Algo se encuentra al final
Hallaron muros y tumbas
De la época medieval.
  
Pero qué piedras son estas,
Repetía el capataz,
Que leches de arqueología,
Esto nos va a retrasar.

Allá fueron con las palas,
No anduvieron con inventos,
Que ahora mismo ya está todo
Bien tapado con cemento.

La cosa es que con tanta obra
Es difícil circular
Y enseguida lo entendió
Un insigne concejal.

Una mañana pensó
Que pa ir al Ayuntamiento
No había nada mejor
Que ser libre como el viento.

Ni corto ni perezoso
“he de llegar volando”
y el vuelo libre probó
por encima del vallado.

En fin, amigos, me lío
Y me estoy yendo del tema,
Que empiezan los Carnavales
Y ya va a empezar la fiesta.

Además con qué razón
Ya lo dijo otro poeta:
“venga que ya es la hora,
la hora de las casetas”.
  
Como en los flines americanos,
únicamente un inciso,
todo lo aquí relatado
es puramente ficticio.

Si algún parecido encuentras
Con la triste realidad
Que sepas, amigo mío,
Que es mera casualidad.

Para acabar permitidme
Un brindis que viene al caso,
Viene desde la raya
De nuestro país hermano.

“Venha vinho, beberemos
molharemos na garganta
eu sou como o rusinhol
cuanto mais bebe, mais canta”.


Pero queridos amigos no olviden a este pobre ciego  que trató de entretenerles, ahora les toca corresponder a ustedes. Unas perrinas le pido, si me hacen el favor, que con esto del Euro ando jodío yo, ni pa un vino me llega con la no contributiva, si pueden echar una mano se lo agradecerá el de arriba, también yo lo agradezco, si a bien lo tienen, así que pongo el cazo y me despido con un abrazo.