sábado, 27 de diciembre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 6.

25 de agosto. Día 6. Gouviães - Peroferreiro.

Salgo pronto de mi refugio, no sea que vaya alguien por allí de buena mañana y al empujar la puerta yo me lleve un golpe y el "intruso" un susto.

En menos de un kilómetro se pasa por Ucanha, para haberlo sabido la noche antes, porque es un pueblo un poco más grande y con más infraestructura para haber cenado en condiciones y un interesante puente medieval con una torre fortificada que lo "cierra" para cruzar el río Varosa. Aún es muy pronto y está todo cerrado, así que continúo sin desayunar.

Ando cómodo, fresco y avanzo relativamente rápido pese a la subida continua desde Ucanha. Nada reseñable en esta parte de la etapa, voy caminando con el pie hinchado y bien "rebozado" de crema, se atraviesan varios pueblos, pero a diferencia de los primeros días ya son pueblos "más concentrados", no es la continua dispersión de casas por todas partes, se hacen tramos más largos y solitarios por campos y montes. También las cuestas han cambiado, o al menos esa es mi percepción, esto sigue siendo por lo general un sube y baja, pero las cuestas tanto para arriba como para abajo son más tendidas, aunque en ocasiones sean más largas.

La llegada a Moimenta de Beira me alegra, el hecho de que una ciudad lleve el nombre de "Beira" me indica que me voy acercando, la Beira ya me suena a región fronteriza con España. 


Aquí busco una pastelería y me arreo por fin un buen desayuno, llevo 4 horas y 17´5 km. Pero paro más de lo que quería, aprovecho una fuente para cargar agua, pero también para refrescarme un poco y más o menos "repararme" un pie. Salgo ya de Moimenta con calor, por un tramo muy largo con pocos desniveles en ocasiones por la carretera y en otras haciendo algún zig zag para esquivar tramos complicados. Hasta una dura subida a lo alto de un monte donde hay un monasterio y posterior bajada también fuerte para llegar a Vila da Ponte

A partir de Vila da Ponte queda poco para llegar a mi siguiente objetivo, Sernancelhe, unos 3 kilómetros de subida en su mayor parte por caminos de tierra y empedrados, que sin embargo se me hacen eternos, ya hace mucho calor y en teoría con lo poco que me va quedando para llegar ya se debería ver o, al menos intuir, el pueblo, pero no hay signos de nada, sigo caminando entre árboles y ya se divisa lo más alto de la cuesta, donde debía estar el pueblo, pero hasta que no estás ya encima no se ve nada. Por fin entro en Sernancelhe por la parte vieja, en lo más alto de un monte, me sorprende, es un pueblo interesante. En seguida se llega a una plaza donde hay una terraza de un bareto, es hora (ya bastante tardía) de comer y de descansar. Llevo 37´5 km y 8 horas y media de caminata. De comida una hamburguesa (más bien tirando a pequeña) y las indispensables Super Bock.


En cuanto a la comida, yo mismo me sorprendo de lo poco que necesito, la mayoría de los días las comidas han sido frugales, cuando no claramente insuficientes, sin embargo en ese sentido no me siento especialmente mal, cierto que en ocasiones me habría apetecido comer algo más o algo "más contundente" y me he tenido que conformar con lo que hubiera en ese momento, pero una vez en marcha no me he sentido flojo por el tema de la alimentación. De hecho en mi equipaje iban gominolas y barritas, las gominolas creo recordar que sí las acabé, pero las barritas volvieron a casa casi la mitad y las que comí fue sobre todo para completar (o sustituir) alguna comida demasiado escasa (como las que consistieron en una bolsa de patatas fritas), pero en el camino raramente paraba a comer.

 Descanso al cuerpo y sobre todo al maltrecho tobillo. Hinchado y enrojecido.


Sin embargo el tibial-tobillo no empeora, digamos que la lesión persiste, pero no se agrava, tampoco le doy ocasión. Camino con ligeras molestias, pero no se me ocurre correr, porque entonces temo que sí se pueda agravar. Mi "auto-diagnóstico" es que sea una sobrecarga por tanto sube y baja de los primeros días, pero no descarto que pueda ser (o llegar a ser) otra cosa más grave. Eso sí las molestias son mayores en las cuestas, sobre todo para bajar, si hay mucha pendiente me molesta y mucho. Y el tratamiento crema, hielo que me voy poniendo cuando paro y un ibuprofeno por la noche, que yo creo que no me hace prácticamente nada, pero he leído por ahí que tomarlo en pleno ejercicio puede dar problemas así que prefiero no tener otras complicaciones. En cuanto a las ampollas del pie izquierdo no me han vuelto a dar guerra, están digamos en estado "latente" y en el pie derecho, de momento, no tengo problemas

Tras el descanso reanudo la marcha, quiero hacer otros 13 ó 14 kilómetros y llegar a algún punto intermedio antes de Trancoso, que es la siguiente ciudad.

Se deja Sernanclhe por terreno cómodo entre bosques de castaños, pero poco a poco me empieza a molestar la planta del pie derecho en la zona de los metatarsos. En principio pienso que es un dolor recurrente que me aparece en las larguísimas carreras de ultradistancia cuando llevo muchas horas y muchos kilómetros, sin embargo es una ampolla que se me forma en esa zona, pienso que por llevar todo el día el calcetín húmedo por el hielo que me voy poniendo en el tobillo. Para evitar males mayores me cambio de calcetín y me pongo un compeed, pero no queda bien pegado y se me va soltando, con lo cual el dolor en la planta del pie cada vez es mayor, intento apoyar esa zona lo menos posible quizás cargando otras partes, con algunos pinchazos en la tibia que me van preocupando, como último remedio intento descargar de trabajo la pierna y el pie cargando más con los brazos y los bastones, y menos mal que el terreno es cómodo. Finalmente llego ya de noche a un pueblín, Peroferreiro, donde encuentro un curiosísimo bar y un no menos curioso dueño. El bar es una especie de recopilación de cacharros de antiguo uso popular, aviones en miniatura, billetes de todas partes pegados en la pared y un variado muestrario de cachivaches, supongo, que de las guerras coloniales portuguesas, incluyendo un especie de maniquí vestido con un traje y máscara antigás. Todo ello cubierto por una más que digna capa de humo y polvo acumulada a lo largo de los años que le confieren una peculiar solera.

Cuando entro sólo hay un chaval, que después descubro que es hijo de los dueños, con indudables dotes mercantiles, rápido me pregunta y me ofrece alojamiento, al rato aparece el padre y cuando pido algo para cenar, la madre. Aunque el bar también es "restaurante" no me hace más que un par de pequeños bocadillos, poco después bajan de cenar del piso de arriba una cuadrilla de obreros, supongo que la comida requiere previo encargo. El caso es que el alojamiento que me había ofrecido el muchacho ya está ocupado por los obreros. El dueño me recomienda un merendero junto al río para dormir, pero debía estar más alejado de lo que yo pensaba, tras dar por allí una vuelta no lo encontré así que me busqué otro acomodo, en este caso un lavadero con tejadillo a las afueras del pueblo. Supongo que mientras anduve merodeando alguien me vería pasar y extrañados y quizás incluso preocupados por la presencia en la noche de un extraño forastero en su pueblo desierto, salieron a "investigar" mientras me estaba instalando en mi acomodo. En parte me vieron porque yo quise y les di más explicaciones de las que debía, pero prefiero que quede el asunto aclarado, que comprueben que no soy un delincuente en fuga y me dejen tranquilo cuanto antes.

Finalmente han sido 51 kilómetros en 11 horas y 43 minutos.


La ruta:
-Entre Gouviaes y Sernancelhe: http://connect.garmin.com/activity/576622269
-Entre Sernancelhe y Peroferreiro:  http://connect.garmin.com/activity/576622294