viernes, 15 de noviembre de 2013

Ultra Doñana 2013. Arrancada de caballo, parada de burro.


Sevilla, Puerta de Jerez, sábado 9 de noviembre, 8 de la mañana.


Estoy tranquilo. El día parece perfecto. La distancia larga, pero asequible. El desnivel mínimo. Los entrenamientos... bueno, los entrenamientos lo de siempre, un poco caóticos, pero allá vamos. Sólo se me presenta una duda, el fin de semana antes en una salida de unos 18 km. acabé con un dolor en la planta del pie derecho (ligera molestia también en el izquierdo). No es la primera vez que me pasa, pero casualmente viendo el foro de carreraspopulares esos días me enteré de que hay una lesión (o un grupo de lesiones) que se llama metatarsalgia: un dolor en la parte delantera de la planta del pie, el síntoma más identificable es la sensación de correr con una chinita o una pequeña bola bajo esa zona del pie. Como digo ya me ha pasado más veces, no recuerdo cuándo ni qué consecuencias o duración pudo tener, pero si sabes como se llama una lesión parece que es más grave, jajaja. Así que toda la semana con hielo y con precaución dudando de si en una carrera tan larga como la que me esperaba el dolor sería soportable o acabaría por vencer (incluso llevé el frontal en la riñonera. En condiciones normales no tendría problemas para acabar de día, pero por si acaso) . Por lo demás todo bien.

Altimetria

En la salida me coloco más o menos delante. La marcha es "neutralizada"  durante los primeros 6 km hasta llegar a San Juan de Aznalfarache y a un ritmo superior a los 5 min/km voy en el grupo de cabeza sin grandes esfuerzos, de hecho en algún momento llego a encabezar la prueba tras el coche, al que parece que vamos empujando para que vaya más rápido.

En el km. 6 se aparta el coche y a correr, tampoco mucho, algo menos de los 5 min/km, porque poco después empieza la que será la única cuesta que podemos llamar como tal, unos 4 km en los que se sube de 0 a 100 (redondeando). Hasta ahora todo asfalto, unos 10 km. A partir de ahora entramos ya en pistas y caminos anchos (creo que por allí los llaman "carriles"), empieza el verdadero camino al Rocío.

Sigo muy cómodo con un ritmo en torno a los 5´ km, o algo inferior. Feliz de la vida. Pienso en que todas las ultras tenían que ser así de llanitas, jajaja, que se puede correr muy bien, no esos cuestoncios matadores. Eso sí, el entorno no tiene nada de espectacular: olivares, camino ancho, llano, sin sombras y sin nada destacable, bueno sí en alguno tramos, sobre todo al principio, destacable por negativo: bastante basura y escombros hasta que nos alejamos de todo núcleo de población o zonas de pequeñas fincas y corrales.


Km 20 en 1:40 o algo menos. Esto es demasiado rápido, lo sé, pero es difícil aflojar si vas bien. Por el km 24 ó 25  un ciclista que viene en sentido contrario me canta el puesto, el 47. Ya lo que faltaba chaval, ¿ahora hasta vas a ir pensando en hacer "puesto"?. Lo justo, como para aflojar. Al contrario parece que siempre hay alguien "a tiro" para pasarlo. Sin embargo sería el canto del cisne. A partir de ahí los kilómetros se fueron haciendo más lentos, por ahora en torno a 5´30, ritmos que nunca volvería a recuperar. Y empieza el rosario de adelantamientos (de momento un rosario, poco a poco, luego ya veremos), que me adelantan a mí, se entiende, no que yo adelante, jajaja.

Este tramo (km 27 más o menos) es lo más parecido a un sendero que pasamos, era una zona en que el camino estaba encharcado y para evitar los charcos y el barro se pasaba entre los árboles al lado del camino.
Parece que la gasolina se va acabando, ya siento la necesidad de hacer algunos ratillos andando y el calor, sin llega a ser excesivo, empieza a dejarse notar.

Km. 39 avituallamiento de Villamanrique de la Condesa, como y bebo bien, que ya lo iba necesitando. Y para adelante. Km. 40, después de la paradita en el avituallmiento, 3 h 37´. Joer pero si estoy casi en ritmos de maratón, jajaja.

Poco después sí que empezaría el declive definitivo, en el tramo entre Villamanrique e Hinojos (los dos únicos pueblos por los que se pasa una vez abandonado el entorno de Sevilla), unos 9 km de subida continua muy suave ya lo empecé a pasar mal. Calor, fatiga y me empezó a doler la planta del pie que hasta ahora había notado sólo con ligerísimas molestias. Ya alterno continuamente el trote con la caminata y  me empieza a pasar la gente "a chorros".

En Hinojos, km 49, me descalzo y aunque sé que no es el problema, reviso alguna posible arruga del calcetín o piedrecilla que me pudiese ir molestando. Ese ratillo sentado me viene muy bien y reanudo la marcha con 5 horas justas y energías renovadas que, naturalmente, duran poco, aunque quedan poco más de 20 km y por muy mal que se dé en un par de horas y media o tres estoy en meta.

El polvo del camino.

Al salir de Hinojos nos empezamos a adentrar en zona de pinares (ya  habíamos pasado alguno más pequeño antes), por fin estamos en terrenos del Parque Natural de Doñana, zona de influencia del Parque Nacional. Esto ya es otra cosa, no es que haya mucho más que pinos y camino, pero es  "más naturaleza", la hierba es de un verde luminoso y la verdad es que se alegra la vista, es un entorno muy atractivo.


Esta zona es la que asociamos a las imágenes que más o menos todos tenemos grabadas de las romerías al Rocío, con sus Pantojas y demás caterva y a las sevillanas que las acompañan y que, aunque no se quiera, todos hemos escuchado alguna vez con sus referencias al polvo del camino y a la sombra de los pinos.

Y la verdad es que polvo del camino hubo, tampoco tanto, porque las lluvias otoñales que habían hecho brotar esa verdísima hierba también había aplacado las polvaredas, no es que los caminos estuvieran húmedos, pero tampoco resecos y polvorientos, eso sí hemos tenido que pasar muchas zonas de arena fina y blanda como si fuera una playa, por otra parte la sombra de los pinos se agradecía enormemente a estas horas del mediodía.


Aunque no estaba yo para muchas alegrías. Los kilómetros se me estaban haciendo eternos, aparte de los dolores de los pies ya me dolían también las piernas, cansadísimo, tenía que parar por completo de vez en cuando y agacharme un poco a ver si se estiraban algo los músculos, me estaban dando también algunos amagos de calambres en los tibiales, en fin que iba fundido del todo. Es entonces cuando me acordaba de los alegres kilómetros iniciales, de esos dichos de la "arrancada de caballo y  parada de burro" o ese otro más "atlético" de "empezar como un viejo para acabar como un joven", de mis absurdas ilusiones de "hacer puesto" cuando todo era de color de rosa, incluso de que una ultra tiene que tener sus buenos cuestoncios para obligarte a caminar y no fundirte corriendo desde el principio, jajajaja, ¡cómo cambia el cuento!. Vamos vejestorio, pero en qué estarías pensando. La gente que me pasaba me dejaba atrás con mucha facilidad, incluso al ver cómo me pasaban algunos pensaba: bueno, van muy rápido, serán de los que corren por relevos. Pero no eran ellos los que iban rápido, era yo que iba lento, jajaja, modificando (naturalmente a peor) el tiempo previsto de llegada.

Tras 13 kilómetros de pinares por fin teníamos a la vista las primeras casas de El Rocío y tras un pequeño rodeo que no parecía venir a cuento (luego he leído que la organización lo hizo así precisamente para evitar el paso por más calles de El Rocío por ser, como realmente lo son, un tanto caóticas. Parece un pueblo de las películas del oeste donde andan los caballos, los carruajes, los coches y las personas cada uno como y por donde mejor le parece) me permití el lujo de hacer los dos últimos kilómetros a ritmo un poquillo más vivo para entrar en meta, a la puerta de la Ermita completando los 72´43 km (según mi Garmin) en 8:36. Tras pasar la meta y beber algo frío sólo estaba deseando descalzarme.


Al final, después de todo lo mal que lo había pasado es un tiempo bastante aceptable, me sale a 7:08 el km, que no está mal y puesto 198 de 386 que acabaron, lo que objetivamente está dentro de mis posibilidades y antes de empezar habría considerado un buen resultado, claro que he hecho 3 h 37´ en 40 kilómetros y 5 horas en los 32 restantes. Coño pues como los buenos casi "doblando" tiempos en la segunda parte, jajajaja.

La carrera en sí no es gran cosa en la mayor parte del recorrido, sí tiene el gran atractivo de hacer el "camino del Rocío",  lo que me llamó la atención desde el principio y me decidió a apuntarme tan pronto la conocí. En el aspecto organizativo razonablemente bien. Los voluntarios muy bien y animosos, además un destacable acompañamiento ciclista, algunos (muchos) formando parte de la organización, pero muchos otros, sobre todo en la primera mitad del recorrido, ciclistas que habían salido a hacer su ruta habitual de fin de semana. Todos con una palabra de ánimo en la boca, así como los vecinos de los pueblos que atravesamos e incluso los guardias civiles o policías locales que controlaban los puntos más conflictivos.

Ah, eso sí la llegada junto a la ermita una gozada, un precioso regalo para acabar.




Como aspecto más negativo el comportamiento de algunos corredores con el entorno. No sé si porque por las características de la prueba había mucho debutante en esto de correr por el campo que no está lo suficientemente concienciado de lo que significa o por qué motivo, pero he encontrado por el campo más basura de los corredores de lo que  sería deseable, desde luego no algo generalizado, pero sí más de lo que se suele ver en otras pruebas de montaña. También parece que la organización cumplió bien su papel y al paso de los últimos corredores fue recogiendo (al menos en el último tramo, el del Parque Natural, que por supuesto era el más delicado y a la vez el más conflictivo para obtener permisos en años sucesivos), porque en la entrega de premios el domingo por la mañana uno de los alcaldes de la zona se congratulaba de que los responsables del parque estaban satisfechos con la limpieza.

Y ya para acabar, esta semana he tenido las piernas cargadísimas, no con agujetas, pero sí con dolores y cansancio, sobre todo en los gemelos, bastante más que después de pruebas más duras.