lunes, 23 de mayo de 2016

Maratón de Vitoria. Una cura de humildad.

Comienzo por la previa.

El sábado hay que recoger los dorsales. El lugar es un enorme centro comercial. Entro pensando en algo rápido, un lugar fácil de localizar cerca de la entrada, y me dirijo donde hay unos hinchables para los niños de la principal empresa patrocinadora de la carrera. Pero no, por allí no hay nada que haga ver que se entregan los dorsales. Al no ver ni una indicación pregunto a un corredor al que ya veo con la bolsa en la mano y me dice que es en el piso más alto, efectivamente, desde allí abajo se ve una pancarta en lo alto de una barandilla. 

Os podéis imaginar el ambiente un sábado por la tarde (más o menos las 7) lleno de gente, de calor y de ruido. Ya me empiezo a mosquear, pero todo va a más cuando veo que para subir hasta allí arriba y luego para bajar no hay un "camino directo", las escaleras hasta el primer piso y luego hasta el segundo no están juntas, continuando de piso en piso, sino que hay que andar dando un pequeño paseíllo por allí (supongo que será cosa de los diseños de estos engendros, para obligar a la gente a recorrer una mayor parte de superficie y pasar por delante de más tiendas), tampoco es que sea un grandísimo inconveniente, pero siento que me están tomando el pelo y me mosqueo (claro que también es posible que en mi paletez no me sepa manejar adecuadamente en estos sitios), yo no he venido a dar paseos sino a recoger mi dorsal lo antes posible y largarme cuanto antes.

Eso sí, luego la recogida del dorsal perfectamente correcta, la atención y los buenos deseos. Por cierto, no recuerdo si al hacer la inscripción había que indicar la talla de la camiseta, supongo que no, porque parte de las atención consiste en la posibilidad de probarte una  camiseta antes de pedir tu talla.

El domingo, la carrera.

La salida y la meta de la carrera no están en el mismo sitio, están separadas como un kilómetro y mi pensión está entre ambas, casi a mitad de camino, más cerca de la salida, por lo que decido salir ya "de corto" sin pasar por el guardarropa ni nada. 

Temo que con tantos kilómetros por delante se resientan mis gemelos, así que aprovecho el sobre de crema calentadora que nos han dado de propaganda en la bolsa. No sé si servirá para algo, pero ya que lo tengo.... Me unto bien gemelos y aquiles y a la salida a esperar a Roni, reciente debutante maratoniano, y que parece que ha cogido carrerilla, no se pierde ni una, jajaja.


Unas fotos y cada uno nos ponemos donde consideramos conveniente a nuestro ritmo. Hay unos cajones de salida "sui generis", porque son sólamente unas banderolas informativas que indican el ritmo por kilómetro.

Se las prometía muy felices.
Se corre la maratón, pero tal y como está ahora de moda en casi todas partes, y con justificación en estas maratones relativamente pequeñas (no lo tiene en las que ya tienen gran número de participantes), supongo que para rentabilizar inversión, infraestructura y seguramente contentar a los representantes políticos, se hace simultáneamente una carrera popular de unos 10´5 km. y media maratón (ah, y una de patinadores), el caso es que se vea mucho bulto. Y salimos todos juntos, mezclados los de las tres carreras, por lo que esas banderolas que indican el ritmo valen para todos.

Mientras estamos esperando a que den la salida comienza a llover. Lluvia fina y la temperatura no es mala, así que para mi no es problema. También mientras espero la salida, de repente, empiezo a notar los efectos de la dichosa crema calentadora, me empiezan a picar las piernas. Poco después ya no noto el picor, pero sí que me volvió ese ardor como a mitad de carrera, cuando más llovía, y tal como venía desaparecía, pero lo más curioso de todo es que ya después de duchado y cuando volvía en el coche durante un buen rato me volvieron a arder las piernas. 


En fin, sigo con la carrera, mejor dicho, empiezo. Salida y un poco de barullo con tanta gente, pero pronto se aclaran posiciones. Salgo demasiado rápido, pero es un ritmo que puedo mantener relativamente cómodo, en torno a 4:30, 4:35 (de momento), sin embargo poco a poco los kilómetros van saliendo más lentos y me van pasando corredores. Llueve de manera intermitente y tras unos kilómetros por grandes avenidas por las afueras de la ciudad volvemos a acercarnos al centro para que lleguen a meta los corredores de la popular. Km 10 en 46:36. Poco después se desvían hacia meta los de la popular, pensaba que nos quedaríamos ya muy "solitos", pero al menos por donde yo me muevo no son muchos los corredores que finalizan. Volvemos a las amplias avenidas  y si no recuerdo mal por el km 15 más o menos se desvían los de la media, ahora sí que se nota que ya quedamos muchos menos, a la vez que el recorrido nos lleva por barrios de nueva construcción semi desérticos con continuas subidas y bajadas, aunque no sean muy pronunciadas, y empieza a llover, ahora sí, bastante fuerte y también el viento se deja notar. 

Arreciando la lluvia a mitad de carrera (km 17)
Mi ritmo sigue bajando, sin ser preocupante de momento, pero además es que no me veo nada cómodo en unos ritmos que debían ser asequibles. Km. 20 en 1:34:45.

Tras un nuevo conato de acercamiento al centro de la ciudad nos vuelven a sacar otra vez por amplísimas avenidas a las afueras, casi hasta el final. Parece ser que Vitoria, según las encuestas que se repiten año tras año, es una ciudad cómoda y amable para vivir con tantas zonas residenciales amplias y salpicadas de zonas verdes, pero para correr una maratón es un poco desangelado, es el peaje de hacer la carrera a una sola vuelta en una ciudad pequeña. 

Entre los kilómetros 20 y 30 empieza el verdadero declive, no voy nada a gusto, me está costando mucho mantener el ritmo y si bien desde hace tiempo me están pasando algunos corredores, ahora ya pierdo posiciones casi a cada paso. Debía haber sido más conservador desde el principio, salir más controlado y correr con más cabeza, pero no, tengo que ir como si estuviera en mis mejores épocas maratonianas, fijando unos objetivos demasiado ambiciosos. Al paso que va la burra, veo que va a ser imposible bajar de 3:30, pero con el colchoncito que llevo sí confío en andar por ahí cerca. 

Hace rato que ya ha dejado de llover y la temperatura sin llegar a ser calurosa, sí va haciendo mella, además no sé si será cosa mía, pero noto cierta sensación de "bochorno" con tanta humedad, por lo que casi agradezco los tramos en que el aire da de cara. Al final sí que llegaría a "picar" el sol.

Km. 30 en 2:28:17 y los últimos kilómetros ya los estoy haciendo a casi 5:30. El globo se va deshinchando y el colchoncito está empezando a dejar de serlo a pasos agigantados, no obstante, vana ilusión, voy rehaciendo torpemente mis cálculos y reajustando objetivos. Por cierto hay globos para marcar ritmos con tiempos de 15 en 15 minutos. He ido desde el principio en medio de los de 3 h15 y 3 h 30 sin llegar a ver ni a uno ni a otro por delante ni por detrás salvo en las avenidas en que nos cruzábamos, En una de esas veo que el de las 3 h 30 ya viene muy cerca. Decía antes  que desde hace ya mucho rato me pasan corredores por docenas, por el km. 32 me pasó el grupo de las 3 h 30 casi por encima, no pude ni aguantar a los que se iban descolgando del mismo. Voy penando de mala manera, es una historia ya sabida, cuando vas mal, no hay nada que te pueda hacer venir un poco arriba, recuerdo otras ocasiones en que en estos mismos kilómetros he ido también sufriendo y penando como un perro, pero con alegría, con fuerza, dándolo todo, ahora no, ahora es simplemente un dejarse llevar con un único objetivo acabar, sin más ambiciones.

Ni siquiera el hecho de llegar al km. 40 para intentar darlo todo ya en el final me "revitaliza". Hace rato que los kilómetros parece que deben tener más de mil metros y además el km 40-41 hay una cuesta que me parece un "kilómetro vertical", jajaja, cuando no deja de ser una subida tendida que no habría supuesto más problemas en otro momento. Los cálculos que intentaba antes se han ido al garete haciendo los kilómetros en 6 minutos o 6 minutos y medio. Km. 40, 3:28:11.

Buaaaaaaa, se derrumbóooo como un saaaaco de patatas. Último esfuerzo en la recta de meta
Ya llegando a meta sí que hay un ambientazo que hace que esas penurias parezcan menos, y por fin entro en meta en 3:42:19, con la sensación de que la experiencia, en mi caso, en vez de hacerme mejor corredor me está haciendo peor, por no querer entender que con el rollo del tri y de la montaña no puedo estar en mis mejores tiempos de maratoniano de hace unos años, en cierto modo es como si le hubiera perdido el respeto, craso error, porque no es la primera vez que me pasa, prácticamente esta maratón ha sido un calco de la de Oporto del año pasado, con la diferencia de que en ésta he ido con peores sensaciones casi desde el principio. 


Pero bueno, una más a la colección, que además Vitoria no "la tenía", porque aunque sí he corrido dos veces el tri la maratón sola no la había hecho.

Eso sí, con lo fundido que llegué, sin embargo los días posteriores no me he sentido especialmente fatigado, el miércoles siguiente salí con la bici sin problemas, el jueves una sesión mediana de natación y también una pequeña sesión de carrera (al correr sí que notaba aún las piernas tocadas) y el fin de semana ya entrenando otra vez fuerte como si nada (viernes natación larga, sábado bici larga y domingo carrera de montaña de Ladrillar).

2 comentarios:

ramonet dijo...

El asunto es parender que no se puede estar a todas, aún así me parece muy buen tiempo dada la climnatología etc.. y siempre se está a tiempo de aprender. Olé tú que una más a la saca

yonhey dijo...

Pues no llevarás carreras tú ni nada, esta no deja de ser una más, y ya quisiera yo ese 3:42 para mí, por más que no sea tu tiempo esperado. Ya se sabe que un maratón seguirá siéndolo por más experiencia que uno tenga, y el del muro no tiene vacaciones. Es normal que a uno se le pueda ir la pinza de vez en cuando y salir más rápido de lo debido.
Un abrazo.