viernes, 24 de octubre de 2014

Los 500 de Asís. De Santiago a Ciudad Rodrigo. Capítulo 3.

22 de agosto. Día 3. Rubiaes - Guimaraes.

Salgo del Albergue Ninho de Rubiaes temprano, aunque menos de lo que quería (se estaba tan a gusto en la cama) y ya desayunado. Empiezo la marcha a las 7 y media.

Mañana con neblina y algo fresca, pero cuanto más tarde empiece a calentar mejor. Terreno más montañoso y boscoso que los días anteriores, de momento subida no muy fuerte salvo algunos tramos y luego una larga bajada hasta Ponte de Lima. Al iniciar la bajada corriendo por una pista en un bosque sigo recto por la pista, hago una buena bajada y... camino incorrecto. Al igual que otras veces en esta zona el GPS no me avisó en su momento de que me desviaba y me tocó desandar lo andando, unos 700 metros de propina y con con buen desnivel. Cuando vuelvo al punto de pérdida en la pista había que coger un sendero bastante roto, estuve buscando marcas por todas partes y alguna logré localizar en algún árbol (amarilla en dirección Santiago), pero poco visibles, marcas azules en mi dirección no conseguí ver. En toda esta zona de montaña caminos más pedregosos y pistas irregulares, que se alternan durante toda la bajada con asfalto, empedrados y caminos más amables entre huertos y viñas.

Se pasa por muchos pequeños pueblos y sigue habiendo bastantes fuentes, aunque como decía el otro día por las mañanas bebía poco.

Ponte de Lima, 19´3 km y casi tres horas de marcha. Tras pasar su espléndido puente y su magnífico río hago una paradita en la plaza, ya bastante concurrida a estas horas.


Si no recuerdo mal las farolas llevan incorporado un altavoz por el que se programaba música continuamente.
Y a partir de ahora puede decirse que comienza la verdadera aventura. Hasta ahora traía el camino de Santiago portugués, muy concurrido y con una infraestructura, incluidos albergues, razonablemente buena. Ahora comienza mi camino de  soledad, ya no voy a encontrar  más peregrinos, que aunque vayan en dirección contraria, parece que te arropan algo. Además ya no habrá flechas azules que marquen mi dirección, aunque sí sigue habiendo, en algunos tramos de forma un tanto irregular,  las flechas amarillas que dirigen a los caminantes de este Camino Torres hacia Santiago.

Como curiosidad poco después de salir de Ponte de Lima se pasa por medio de un campo de golf, no por el campo propiamente, claro, el campo está a ambos lados del camino.  Digo yo que de aquí deben salir buenos jugadores porque el sitio no me parece muy propicio y como no atines bien y la pelotita empiece a rodar cuesta abajo es que ya no vas ni a buscarla, jeje.

Es un terreno complicado, muchos cruces de caminos, el GPS se me vuelve a hacer indispensable. El terreno, como no podía ser menos sube y baja, pero además aunque el desnivel total no sea mucho el problema es que las cuestas por lo general sí son bastante pronunciadas.

También a partir de aquí me acompañará un sonido por muchos de los pueblos y aldeas que atravesaré los días sucesivos en Portugal: muchos de los carillones de las iglesias tiene la canción dedicada a la Virgen de Fátima, la que recuerdo haber oído tantas veces de niño y que se convertirá en la banda sonora (exterior e interna) de muchos tramos de mi camino; la de:

"El trece de mayo
la Virgen María
bajó de los cielos
a Cova Leiría.

Ave, ave
Ave María,
Ave, ave,
Ave María"

En ocasiones incluso se producía una extraña "polifonía", a veces en medio del monte, rodeado de varios pueblos cercanos, debido al desfase de los relojes de las iglesias entre sí se superponían unas notas con otras o cuando uno de los carillones estaba a punto de finalizar comenzaba otro por el otro lado del monte.

Paro a comer, si no me equivoco en un bar en Portela das Cabras. No hay nada "normal" para comer, ni un bocadillo. El menú será una cerveza, una barrita y una bolsa de patatas fritas, eso sí, echo allí un buen rato en lo que se carga el móvil y pasa un poco el calor. Mientras tanto charlo un rato con unos paisanos que se dedican a ver pasar la vida que se "compadecen" ante mi reto y se empeñan en que me tome otra cerveza.

Por otra parte el piso machaca mucho, apenas se pisa tierra, mucho asfalto y mucho empedrado y adoquinado, pero de ese adoquín portugués que parece tirado sobre el suelo y luego ya rellenan los huecos que quedan, y claro esas superficies unidas a que ya llevo tres días de marcha van haciendo su trabajo, empiezan a salirme las primeras ampollas, aunque de momento no sean preocupantes. También muchos tramos coinciden con la Via XIX romana, que está más o menos indicada en algunos puntos.

El camino discurre principalmente por un terreno semiurbano en un continuo paso entre casas y pueblos que se van sucediendo sin parar. Conforme me acerco a Braga van aumentando las casas, barrios y nuevas urbanizaciones y desde Vila de Prado y tras cruzar el río Cávado hasta llegar a Braga es prácticamente una recta continua pesadísima y larguísima de unos 5 km por carretera "urbana". 

Nada más llegar a Braga empieza una cuesta bastante fuerte y también muy larga, ante cuya visión y con el calor que traía me meto en una tasca a tomar fuerzas con una cervecita rápida y bien fría.

Catedral de Braga
Sigo para arriba hasta llegar al centro de Braga y la catedral. Ciudad interesante y que sin duda merece una visita más sosegada que queda para mejor ocasión.

Aquí un señor frei, quizás incluso franciscano por su atuendo.

Tras una ligera bajada, a las afueras de la ciudad comienza otra larga y dura subida hasta el alto de Falperra. Inicialmente por una carretera curveada y peligrosa, un poco más adelante las marcas, para evitar la carretera, te dirigen hacia un sendero paralelo muy incómodo también, destinado más bien para bicis de montaña. Pero si incómoda ha sido la subida hasta el alto, donde hay un monasterio, la bajada será una tortura, por un sendero entre eucaliptus muy empinado y bajando "a derecho". Aunque algunas marcas parecen dirigir por otros caminos que seguramente sean más cómodos dando algún rodeo, ante el riesgo de perderme en este caso preferí seguir la ruta que llevaba en el GPS.

Pasado lo peor de la bajada ya puedo volver  a trotar, además como los días anteriores una vez que baja el sol y el calor voy mucho más cómodo, sin embargo las secuelas de tanto sube y baja durante estos días empiezan a pasar factura, empiezo a notar una, de momento, ligera sobrecarga en el tibial de la pierna derecha. Llego ya anocheciendo a Caldas de Taipas en una ligera cuesta abajo con un trote tontorrón y me veo reflejado en algunos escaparates, parezco Chiquito de la Calzada medio cojo. El GPS está ya bajo de batería así que me meto a cenar en el primer sitio que encuentro para aprovechar a cargarlo. La churrasquería está llena y me miran como si hubiera llegado un extraterrestre, la verdad es que no era para menos, jajaja.

Después de cenar y tras pasar el río Ave por un curioso puente casi a ras del agua continúo camino hasta Guimaraes mi destino de hoy unos 8 kilómetros más adelante. Voy muy tranquilo, sin prisa y en continua subida otra vez desde Caldas de Taipas. Llego al centro de Guimaraes, deben ser alrededor de las 12 de la noche de un viernes de agosto con una buenísima temperatura y las terrazas de las plazas del casco histórico están a reventar de gente con un gran bullicio, ¿dónde quedó esa tradicional quietud y silencio portugueses?.

En Guimaraes, con algunas terrazas de fondo.
Al igual que con Braga, tengo una visita pendiente, Guimaraes también tiene pinta de merecer mucho una visita con más calma.

Después de un rato de pausa reemprendo la marcha tranquilo, casi de paseo, en busca de un sitio para dormir, hoy dormiré por primera vez al aire libre. Tras pasar ante los espléndidos Palacio y Castillo de Guimaraes me encamino a la "ciclovía", una antigua vía de tren que aquí, en lugar de de dejar de tierra como en España a modo de pista, está asfaltada para uso ciclista. Tras asegurarme de que el paso está cerrado a vehículos mediante bolardos (que no me gustaría que me atropellara un coche en lo más feliz de mis sueños), me busco un sitio tranquilo extiendo el saco (y la "esterilla", una toalla finísima que coloco más por evitar que se enganche el saco con algo, que está recién comprado, que por otra cosa, jeje) y a dormir. Son algo más de las 2 de la mañana y feliz de la vida.

Han sido 81´6 kilómetros y 15 horas y 26 minutos de marcha (sin contar las paradas) y 1.770 metros de desnivel positivo y empiezo a tener problemas físicos, las primeras ampollas y la incipiente sobrecarga del tibial, para la que, antes de irme " a la cama", me tomo un ibuprofeno,llevaba algunos no para este tipo de problemas, sino más bien pensando en que una muela que tenía un poco averiada me pudiera dar problemas.

Los datos del Garmin:

-De Rubiaes a Ponte de Lima  http://connect.garmin.com/activity/576622110
-De Ponte de Lima a Guimaraes   http://connect.garmin.com/activity/576622138
-De Guimaraes a la ciclovía  http://connect.garmin.com/activity/576622165

3 comentarios:

ramonet dijo...

Joder, ahora que lo describes, 60, 70 y 80 km cada día uno es consciente de la dureza del asunto, pues en un principio uno se queda con los números, y se dice a si mismo: pues 60 en un día no son tanto...(entiéndaseme).
Preciosa zona por lo que parece esa parte de Portugal, y supongo que en la próxima etapa, como en esta, se añadirá la dureza de la soledad( muchas veces también bienvenida jjj)

yonhey dijo...

Vaya etapón, 80 km. y llegando a las tantas. Haberte tomado unas copas en Guimaraes, muy bonita ciudad.
Pendientes de la 4ª.

CiegoSabino dijo...

Gracias mozos.

Muchos kilómetros, en efecto (a mi también me parece que 60 km en un día, e incluso en varios, no son tantos, pero joer, luego sobre el terreno te sobran la mitad, jajaja). Los lentos los tenemos que hacer a base de horas. Esa era mi única "obligación" del día, jeje.