jueves, 14 de junio de 2012

Lugares "especiales".

¿Ya habéis leído todos lo de la Pencona, no?.

Pues bien, voy con algo a lo que pensaba referirme al hacer la crónica de la carrera, pero que pienso que debe tener un espacio propio y de paso inauguro una serie dedicada a esos lugares especiales, generalmente poco conocidos, que por lo que sea nos llaman la atención particularmente. Más que llamarme la atención, que me impactan por algo, pequeños detalles, soledad, magnetismo, pequeños o grandes acontecimientos históricos, en fin no sé muy bien cómo calificarlos, por eso los llamaré "especiales", especiales para mí, no tienen porqué serlo para los demás.

El cementerio militar alemán de Cuacos de Yuste.



Se trata de un lugar que descubrí por casualidad hace ya muchos años, cuando en compañía de Chema nos perdíamos unos días por las cumbres de Gredos. En una de aquéllas acabamos en la vertiente sur de la sierra, y al llegar a Cuacos de Yuste naturalmente fuimos a su famoso Monasterio, en el que pasó sus últimos días el Emperador Carlos I. El Monasterio está a unos 3 ó 4 kilómetros de Cuacos e íbamos a pie. De camino nos encontramos con el Cementerio. Entramos allí sin saber de qué se trataba y aquel lugar me impactó, no había vuelto a verlo desde entonces, pero al ir el sábado a Aldeanueva de la Vera ya tenía decidido que al pasar por Cuacos  sería punto obligatorio de parada.

El lugar no es nada solemne, ni monumental, ni nada por el estilo, al contrario sobrecoge precisamente por su sencillez, su sobriedad, por la armonía y la paz que desprenden  un cementerio militar, el mundo al revés.

Se trata de una pequeña parcela de olivos en la que reposan los restos de 26 soldados alemanes de la 1ª Guerra Mundial y de 154 de la Segunda , miembros de tripulaciones de barcos, submarinos y aviones que murieron en España en diversas circunstancias y lugares y que en los años 80 fueron agrupados aquí (no sé por qué en este preciso lugar, supongo que por ser el lugar en el que murió su emperador Carlos V).


Se accede al cementerio pasando por una  construcción abierta, a modo de soportales, en la que está la placa y que supongo  haga funciones de pequeña capilla, oratorio o simplemente de lugar para pararse un momento, olvidarse de los ajetreos del mundo y, como dice la placa, recordar a los muertos con respeto y humildad.


A cada uno de esos soldados corresponde una cruz de piedra (¿granito?) oscura pulida por las dos caras, pero sin rematar en los cantos, lo que le da mayor sensación de sobriedad.



Cada una con el nombre del militar, supongo que la graduación y la fecha de nacimiento y muerte, cuando se conocen los datos, que hay algunos casos en los que no es así.



Y no hay nada más, olivos y cruces, afortunadamente no hay ninguna referencia ni simbología militar, ni proclamas, ni banderas ni absolutamente nada más que armonía, silencio y humildad. Por eso os recomiendo y si me permitís, os sugiero, que en la medida de lo posible lo visitéis con cuanta menos gente alrededor mejor, con cuanto más silencio mejor y que si podéis os olvidéis unos minutos del mundo y con recogimiento y respeto os dediquéis unos minutos, iba a decir una cursilada como a buscar la paz interior o algo así, pero no hace falta, únicamente que estéis en silencio. Para quien tenga un mínimo de sensibilidad es suficiente.



6 comentarios:

yonhey dijo...

Yo había oido hablar de él, y cuando estuve hace años en una casa rural por la zona con amiguetes, me pasé a verlo, y la verdad es que me encantó.

Atalanta dijo...

Sí que es algo raro, raro. De todas, todas, me encantan los cementerios, ideales para pensar y repensar.

Susa dijo...

Lo conozco. Y lo que más me llamó la atención cuando estuve es que había una tumba con flores frescas.

Col dijo...

Lugar a visitar, sí señor.
Curioso tal como dices, y de agradecer, que no se haya utilizado el lugar con fines políticos u otros.

En Donosti tenemos un lugar parecido, El Cementerio de los Ingleses.
En el Monte Urgull, en la muralla norte del Castillo de la Mota, en un pequeño pinar y de cara al mar, se encuentran enterrados unos cuantos soldados y algún oficial británico, venidos en 1836 a luchar en la primera Guerra Carlista.
Para mí es un lugar maravilloso, mágico, donde desde pequeñito he jugado entre sus lápidas, "ordenadas" de una forma un poco anárquica.
No es en absoluto mal lugar para descansar para siempre.

CiegoSabino dijo...

Gracias por vuestros comentarios chicos y chica.

Curioso, este articulillo quizás sea el más leído en un sólo día, lo que ha disparado las visitas al blog el día de ayer.

Michel dijo...

Hace muchos años ya que lo visité, a ver si tengo oportunidad pronto de volver a esa bonita zona, que merece muy mucho la pena.